Doloroso adiós, Rafael : compañero del alma, compañero

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PJC. COPIA


EDITORIAL DEL PROGRAMA LA DIVISA DEL 7 JULIO 2025

PEDRO J. CÁCERES


Doloroso adiós, Rafael : compañero del alma, compañero


El pasado viernes nos dejó, de esta vida, Rafael Peralta: referente del toreo a caballo.


De su faceta de maestro del toreo a caballo, una leyenda, junto a su hermano Ángel, ambos irrepetibles, se han hecho eco, obvio, los obituarios de medios taurinos y generalistas, tal como que su trayectoria unió modernidad y clasicismo. Participó en más de 3.000 festejos, durante más de 40 años ininterrumpidos, destacando que impulsó una manera nueva de entender la lidia a caballo: directa, frontal, con riesgo y estética. Un estilo que, con los años, se consolidó como escuela.


De hecho, en estos días de dolor, la máxima figura actual del rejoneo, Diego Ventura, ha resaltado que, para él, Rafael ha sido un referente torero y moral, como rejoneador y como persona.

Su lema de juventud —"Rafael Peralta, único por ser diferente"— no era sólo una frase publicitaria: contenía una vocación de identidad propia dentro de un arte compartido.


Como torero nunca fue a la sombra de su hermano, un genio, sino que supuso el complemento del toreo a caballo total.

Paco Dorado recitaba, a menudo: “Rafael es el mas chico y Ángel el mayor, cuando van a caballo son igualitos los dos”.

Muere Rafael Peralta, el genial rejoneador que modernizó el arte del toreo a caballo, otro titular.


También se ha glosado que dejó huella como ganadero, criador de caballos, artista y promotor cultural. Como su faceta solidaria, principalmente como “alma mater” del Festival de Medina de Rioseco (localidad vallisoletana, que igualmente, llora la muerte del centauro).


Polifacético y apasionado de la cultura andaluza, en 1977 grabó el disco 'Entre dos yeguas'. Fue distinguido con la Llave de la SGAE como autor de composiciones y letras flamencas. Asimismo, impulsó el proyecto turístico Rancho El Rocío, pionero en el turismo de convenciones en la provincia de Sevilla.

Era de una simpatía arrolladora, haciendo realidad de que se torea como se es, pues de los dos hermanos Peralta él arrollaba con su espectacularidad frente a la maestría de Ángel.


De todas sus virtudes como torero y persona puedo dar fe, en primera persona. Por que pocos medios, o ninguno, han reflejado su faceta como comentarista de TV en “La Cadena Amiga”, Telecinco.


Fueron seis años, más de 100 retransmisiones taurinas, de todo tipo y condición, en el que tuve la suerte, el privilegio, el honor de compartir con él micrófono, comentarios, poesías, chascarrillos que hicieron de esas transmisiones una forma única, muy popular, en consonancia con la línea de esa cadena, en esos tiempos (ahora no es muy diferente). Fuimos, para la ortodoxia, polémicos, pero no por ello muy orgullosos de nuestro cometido, y ya se sabe, para gusto, colores.

Nos complementábamos en la tele como lo hacia con su hermano como rejoneador, poeta, emprendedor, etc.

Fueron más de 100 días, con sus noches, de viajar juntos, en su coche o en el mío de compartir almuerzos, descansos, cenas y situaciones de las más diversas.


Por todo ello, tengo legitimidad para ponderar su calidad humana donde la espontaneidad, con naturalidad, era carta de naturaleza de la que disfrutábamos todo el equipo.


Buen hermano, buen marido, buen padre, buen compañero y sin embargo amigo.


Pese, a lo dicho, de la polémica por la heterodoxia de retransmisiones, muy pegadas al pueblo, Rafael se lo tomaba con humor, más al constatar cómo le quería el pueblo allá donde íbamos, un auténtico ídolo, eso sí lo valoraba, se sentía orgulloso, y, por extensión, todos los que le rodeábamos, sobre todo yo, por la cercanía. Luego la amistad seguiría extendiéndose a nuestras respectivas familias.


Fueron momentos, más de 6 años, intensos, inolvidables, donde su sencilla cátedra de postura ante la vida nos hizo madurar, aprender y asimilar una forma de vida que da felicidad.


Y así se ha ido, feliz, sin complejos, sabedor que a caballo y a pie ha sido un genio, un fenómeno de la naturaleza, querido por los suyos y los ajenos. Como hubiera escrito Machado, de haberlo conocido: “fue, en el buen sentido de la palabra, bueno”.


Desde el dolor que nos embarga a mí, y a los míos, nuestros besos y abrazos condolientes a Mamen, Rafaelito, Rocío, Lola, Merceditas y demás familia Peralta y Peralta-Revuelta.


Doloroso adiós, Rafael: compañero del alma, compañero. Descansa en paz en la gloria, esa que te ganaste en la tierra.




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