​La crisis de Bilbao: perder el sentido de pertenencia y sus señas de identidad en 5 claves

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PJC BILBAO 1

EDITORIAL DEL PROGRAMA LA DIVISA DEL LUNES 26 DE AGOSTO

PEDRO J. CÁCERES


La crisis de Bilbao: perder el sentido de pertenencia y sus señas de identidad en 5 claves


La recién terminada feria de Bilbao (Aste Nagusia) y sus corridas generales han encendido todas las alarmas.

1.- por sus pobres aforos (a excepción de las corridas de Roca Rey, aún sin acabar el papel).


2.-Por su declive en el llamado “toro de Bilbao” -señas de identidad- con corridas  desiguales y algunos ejemplares “no del mismo Bilbao”, donde, en conjunto, tan sólo los encierros de FuenteYmbro y Dolores Aguirre han estado a la altura.


3..- El paupérrimo resultado artístico (una única salida en hombros, Borja Jiménez con 3 orejas en 3 toros y de una en una) 

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Independientemente del rigor y la exigencia del palco para conceder orejas y que el triunfalismo maquillara lo, de verdad, sucedido en el pizarroso ruedo. Dicen que esa exigencia-intransigencia- roba titulares de prensa y calentar el ambiente, en el boca a boca, que pudieran ayudar a meter más gente en el día a día.


Pero este declive no es patrimonio de este 2024, se viene arrastrando de tiempo atrás. Más o menos desde 2017. Pero la puntilla la dieron, la pandemia, por un lado -un parón nocivo- y la llegada al Ayuntamiento del alcalde Aburto que, poco a poco, ha ido erosionando, dese la institución, todo lo que huela a tauromaquia en el Botxo.


4.- Y muy importante que, en ese período de dudas y zozobras, el ayuntamiento sacara la plaza a concurso quitando el poder de decisión a la Junta Administrativa, con lo que el aficionado -pero sobre todo el público- de Bilbao iba perdiendo el sentido de pertenencia en que el futuro de Vista Alegre pasara a manos ajenas en detrimento de “su” institución que, además, lo hacía benéficamente  en nombre de la Santa Real Casa de Misericordia, propietaria, hasta entonces, del inmueble junto con el ayuntamiento. Y los de Bilbao, ya sabemos, son muy de lo suyo.


Dudo que el recordado Iñaki Azkuna lo hubiera hecho. Hubiese buscado fórmulas en que el emblemático inmueble no cayera en manos privadas y menos con el predominio en BMF, de un empresario mexicano. Seguro hubiera conseguido un consenso del ayuntamiento, la Junta y la casa Chopera, par no perder el control de los toros en Bilbao.


5.- Luego está la crisis económica, el desapego de las grandes empresas que adquirían gran cantidad de abonos para sus empleados clientes, etc. y el boom turístico de calidad al rebufo del Guggenheim y la moderna y atractiva ciudad que dejó Azkuna que, con los precios de hotelería y hostelería subidos de tono, por la demanda turística, no invita mucho a dejar la playa y echar 3 o 4 días de “Semana Grande” en Bilbao; porque por muy aficionado que se sea, en Bilbao, su gastronomía y su ocio eran el complemento ideal, no era el todo “torista” pero sí parte indispensable del todo. Tal es así que esos 2.000 o 3.000 espectadores que ahora se echan en falta, eran la población flotante que hacía de la “Aste Nagusia” el epicentro taurino de agosto.


Eran tiempos que los aficionados de localidades limítrofes, a una hora o poco más, hacían una, dos, tres noches -o más- cuando estaban a poco más, o menos, de una hora de casa. No digamos de los de Madrid, Sevilla, Valencia, las grandes urbes, que esperaban a la feria de Bilbao para “tirar la casa por la ventana” por sus precios razonables y su disfrute total garantizado. El aficionado a los toros no suele ser “mochilero”.


Lo más frustrante es que esta crisis, agudizada en 2024, no tiene visos de reversión.




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