JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO
El fin del mundo en el toreo debe ser con él. Con el político que sea. Con la masa ignorante a su favor que lo integre. Con el cuerdo tropel de afición que toque en suerte. Pero con él. Porque eran las 22:02 y, cuando Andrés salía a recoger el doble premio que le acreditaba las volandas por la calle de Xátiva, había cambiado la historia de una Valencia que hace un año tenía media entrada con Finito, Morante y Castella y hoy casi llenó su coso. Lo llenó Andrés, la bisoñez que es primavera constante de tan sólo diez meses de vida. Sí, también contó el momento de José Mari y la maestría incorrupta de Pablo. Pero la plaza salió contando que, en la Feria del otro mundo, sin duda quiere contar con él.
Lo hacía a esa hora junto a Adrián, el pequeño aficionado con cáncer que ha enamorado a medio toreo. Y lo hizo recogiendo su laurel despacioso, como acostumbra el que nada rápido y bucea templado para salir triunfante a la superficie del sistema. Y lo paseó gallardo, como el pecho de los héroes cuando tienen la victoria en su mano. Y enseñó las orejas como el juguete que es fuego vivo en las manos de un niño. Juguete peligroso, al que una chaquetilla salvó de que la muerte le abrasase las entrañas, pero juguete que es vida para la floral Valencia.
Y si una lección debió aprender el manicomio de 10.000 cuerdos hoy es que comunicar, comunicar y comunicar debe ser la Biblia de una Fiesta que debe ir al fin del mundo con Andrés. Saber contar que hoy estuvo llena por un adolescente que, en vez de reventarse a cubalibres como los veinteañeros de su edad, decidió reventar el mundo para que no sea él el que decida llegar a su final, sino éste el que decida que él los acompañe a la eternidad. Y dio un pasito más la Roca de Andrés para conseguir ser el Rey eterno del que Valencia fue triple testigo.
Ese que le pegó las verónicas a pies juntos con los mayores cojones de lo que va de año junto a las de JT en Alicante.Ese que le ofreció el pecho hasta morirse de toreo aislado a zurdas. Ese que le rebañó al dejarle la bamba inerte a la cara alta, al dejarle el palillo hundido al tranco que Moisés no soñó y al reventarse en naturales aislados frente a la clase sin motor de ese tercero. Y el que le ofreció el pecho y el alma en el pinchazo a ese toro que a punto estuvo de revivir la innombrable tragedia que jamás volveremos a narrar. Sí a recordar por lo bajini, porque su memoria hace grande al que Valencia hoy honró con su silencio.
Porque lo fue todo y no pudo ser nada esa vida que pende del hilo de la suerte. Esa que hoy brindó de nuevo a Andrés unas horas más de porvenir. Fue en el mansurrón cierraplaza, que buscaba la escapatoria de las tablas y al se las dio, sí, pero no sin antes llevárselo al olivo por cambiados. Y cambió la moneda de su suerte planteándole su verdad por circulares. Y diciéndole que el viaje al fin del mundo del que él será protagonista se llega muriendo en vida. Para vivirla después.
Como el fin del mundo llegó para Manzanares un 3 de junio del que hoy parecía hacer una eternidad: fueron detalles los de Josemari ante un lote que, sin ser de hule, sí fue de mal trago. E hizo ademán el Manzanares más guerrero por deslindarse de sus lides templadas. E imprimió pulcritud sin eco el torero que se pasa todo un invierno en la búsqueda del pilar bravo que hoy no llegó. E instrumentó tomadacassin brutalidad a un segundo del que hizo enfermero sin éxito. E inventó sueños sin suelo en sus zapatillas ante un "Niñito” que fue gloria de Sevilla y frustración del momento por el que Valencia pasa. Plaza dulce y torero, Josemari, que volverá seguro a ser bastión de su tierra. Hoy lo apisonó el fin del mundo.
Y si el limbo animal no tiene entre los nombres de los caballos apocalítptios a Berlín y Pirata ya puede Roma desacralizar el texto. Y que Hermoso rubrique ese documento con su tinta y su toreo. Porque hoy lo hizo en un primero con la magia de Berlín como protagonista y un cuarto con un Beluga como eje. Y miró al tendido después de torear para mostrarle al rejoneo actual que hay que hacerlo para luego lucirlo. Y arrimó a su cuadra sin tocar asta para mostrar al sistema que no es posible temple sin riesgo. Y mostró cabeza sin locura con Napoleón, emoción sin dramatismo con Donateli y verdad sin calumnia con Pirata. Pero tenía claro con quién debe ser el fin del mundo.
Y ese debe ser con él, el cadáver incorrupto que hoy salvó la vida de Julio a la Fiesta. Porque el fin del mundo debe llevar el nombre de Andrés y el cartel de esa apocalítptica tarde el sello de Roca Rey. Que levante la mano quién no quiera estar allí ese día. Que me lo diga a la cara quien crea que no lleva razón esta alma descerebrada. Y que me tumbe una losa si no llega la libertad del imberbe a mitificar el rito hasta el día final siempre que el verbo reventar no lo conjuguen en su contra ni los toros ni los despachos.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Valencia. Segunda de la Feria de Julio. Corrida de toros mixta. Casi lleno.
Dos toros deCapeapara rejones y cuatro deEl Pilarpara lidia a pie.Desclasado el noblón primero;flojísimo con cierta clase el segundo;de clase sin motor el tercero;noble y con recorrido el buen cuarto;con retazos nobles pero sin romper el 'Niñito' quinto;manso de libro el sexto.
Pablo Hermoso de Mendoza,ovación y ovación.
José María Manzanares,silencio y ovación tras dos avisos.
Andrés Roca Rey, oreja y dos orejas.
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