Ante el nuevo ministro: esperar, templar y mandar

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EDTORIAL DEL PROGRAMA LA DIVIA DEL LUNE 27 DE NOVIEMBRE

PEDRO J. CÁCERES


Ante el nuevo ministro: esperar, templar y mandar


España anda revolucionada, más bien indignada, con la política y en especial con el juego de tahúr de Sánchez y sus concesiones a la ultraderecha catalana, de soltera, ahora “progresista”. Todo por siete mendigados votos para agarrarse al sillón como una garrapata.

Y, sí, ya hay nuevo gobierno: progresista, feminista y ecologista, todo un sarcasmo conociendo a los personajes producto de la coalición con una cosa que llaman “Sumar” (suman 15, de su padre y de su madre), antes Podemos, siempre comunistas, y el resto de los trileros que lo apoyan.


De esa coalición, como en la legislatura anterior, han parido un gobierno “uno, grande y nada libre”, donde la “pedrea” del área y cartera de la cultura (con minúscula) ha recaído en un individuo de nombre y apellido de pronunciación estreñida: Ernest Urtasun, alter ego de la pijo progre, y más cursi que una perdiz con ligas, líder de Sumar. No escribo su nombre, el de la caudilla, porque corre el rumor de ser gafe, de ahí su matrimonio, de hecho, con Sánchez, heredero de “Gafancio I”, antes Zapatero.


El hecho ha producido un plus de preocupación, más todavía, en el sector taurino y toda la feligresía. Y no es para menos conociendo la trayectoria del personaje que, en su día, dejó esta perla: “Los toros son un anacronismo institucional y una actividad sádica”.


La “peña” se ha provisto de extintores, sin que todavía se haya declarado el incendio. Muy propio del victimismo crónico del “hooligan” taurino.

Es un signo de debilidad que no se corresponde con los números que arroja el EGM de la tauromaquia en los ejercicios de 2022 y 2023, que superan a los de antes de la pandemia en 2019.


La Tauromaquia está protegida institucionalmente, salvo que, como en todas las dictaduras, se cambie la Constitución. El TC anuló la prohibición en Cataluña y el anterior ministro del ramo tuvo que admitir a “los toros” en el bono cultural. Y Manoli Carmena se tuvo que conformar con cerrar El Batán y exiliar a la Escuela Taurina, poco más. Además, es una competencia, en su mayoría transferida a las autonomías.


Por lo tanto, el sector y la torcida taurina, debemos de sentirnos orgullosos de nuestra afición, su tradición y su hecho cultural y, aún estando alerta, no querer nuestro minuto de gloria en “sueltos” pseudoperiodísticos y RRSS, cayendo en el victimismo prematuro. Alerta sí, como siempre, y a la espera de acontecimientos: esperar, templar, y por supuesto mandar, como establece nuestra Carta Magna y es axioma en el toreo.



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