​Sebastián Castella: desnudar el toreo en una decisión

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PJC.

Sebastián Castella: desnudar el toreo en una decisión

Si es cierto aquello que dicen de que se torea como se es, desnudar el toreo debe ser como desnudar el alma. Despojar la esencia de las esquirlas de la realidad debería transportar al que lo logra a una realidad superior, más pura, más verdad. Desnudar el toreo es desmaquillar triquiñuelas, aguzar los sentidos para sentir más despacio, conectar cada molécula de tu ser a las yemas de los dedos, donde se sienten candentes los latidos del corazón. Y desnudar el toreo también es ser sincero consigo mismo: es lo que acaba de hacer Sebastián.

Desnudar el toreo es lo que ha conseguido en la profesión un Castella con cinco Puertas Grandes –por encima de todas las cosas-, más de 1.200 corridas, 2.400 toros, 45 rabos, 23 indultos…

Y todo esto está bien, pero el Castella del triunfo es también fruto del Castella del fracaso. Porque no olvidemos que Sebastián, tal vez un día, equivocase la meta, torciera el camino o buscase medias mentiras para construir su verdad, pero también aquel hombre que cegó su camino puso lo suyo para construir al de hoy, al que se acaba de ir. El que descargó en cada natural un latido de su alma se irá desnudo a la cama, por mucha ropa que vista. Porque lo ha conseguido todo en el toreo.

La pasada semana, Sebastián cambió el luto de una temporada para olvidar por recuerdo. Y sabiendo lo que él ha conseguido en estos años, no nos cabe duda que la revolución de Sebastián empieza ahora. Porque el toreo es esto, ni más ni menos: momentos para el triunfo y momentos para pensar y disfrutar. Y el que sepa más, que arree.

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