Toreo en homenaje a Manolete en Linares

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EMILIO TRIGO

La tradicional corrida de toros de la Feria de San Agustín de Linares se celebraba este martes, 28 de agosto, en la que se conmemoraba el aniversario de la muerte de Manolete. Curro Díaz, José María Manzanares y Roca Rey en el cartel.

El primero de Cuvillo fue un toro cambiante que embistió bien en el capote de Curro y con mucha falta d clase en la muleta. Cantó lo que a sacar de dentro en el segundo par de banderillas al tirar un feo derrote arriba justo en el embroque con los palos. Hasta hay, en la lidia se movió bien y con bondad, lo que aprovechó el linarense para construir un precioso saludo por verónicas. El capote voló con aires aflamencados y mucha suavidad. En el último tercio se tragó dos tantas por abajo y empezó a protestar al sentirse obligado. Curro con su personalidad y prestancia lo muleteó con empaque y seguridad, a pesar de sus constantes derrotes. Embistió sin ganas, dormido -Curro ni se inmutó- aguantado esas dudas en su inercia. Faltó continuidad en su quehacer por el nulo ritmo del abreplaza pero mucha clase en cada muletazo por ambos pitones. Estocada algo desprendida y oreja.


El segundo de Cuvillo amagó con rajarse a la salida de una verónica de tanteo puesto que Josemari no pudo ahormar un vistoso saludo por una embestida deslucida en el primer tercio. El del Grullo se cuidó en varas. Manzanares tras el oportuno permiso, lo sacó para afuera de las dos rayas para comenzar su personal labor que fue ascendiendo enteros hasta el ecuador de la misma. Al llegar a ese pasaje el Cuvillo culminó lo que apunto y de rajó a tablas. Antes la elegancia del alicantino en series muy ligadas y cosidas con un enorme cambio de manos que duró media hora. Con ese ‘semicircular’ la faena rompió al alza pero poco después bajó su intensidad por najarse el segundo. Pinchazo recibiendo y estocada de la misma forma. Ovación con saludos.


El tercero fue terciado de hechuras. Un toro al que Roca Rey lo recibió con variedad capotera entre verónicas y chicuelinas ajustadas. No se picó tan sólo se señaló y la gente aplaudió el gesto. El peruano lo brindó en los medios pero antes le endosó un quite tan personal como vistoso. Tafalleras y chiquelinas muy apretadas. Andrés, ya con la muleta, le aprovechó el viaje sin obligarlo -a su aire- dejando que fuera de allí para acá pero sin exigirle para tener una mayor duración de su oponente. Roca ante un oponente justo de casta y raza lo acarició con poniendo él todo lo que le faltaba a su antagonista. El hispano/peruano lo muleteó con verticalidad y variedad, hasta que se aburrió y empezó a protestar abrigándose en tablas. Oreja tras estocada.


El cuarto sembró dudas en los primeros tercios puesto que su embestida fue irregular. Empujó con un pitón en el peto en un puyazo. Todas esas dudas se disiparon en el último tercio donde rompió a embestir con transmisión y repetición. Ante tan encastado ejemplar Curro Díaz se hartó de torera con su particular sello de artista. Cuajó un toreo ligado como una noria donde él ritmo y temple fueron como una soleá de ‘Mercé’. Cante grande del linarense en un auténtico faenón donde el natural y los cambios de manos fueron tan lentos como un atardecer en los olivares de Jaén. Sensacional Curro componiendo con verticalidad y excelsa clase muletazos que llenaron la obra como pinturas de un museo. Las trincherillas y adornos finales de enorme prestancia y belleza. Espadazo en la yema y dos orejas.


El quinto -último de Cuvillo- embistió con poco celo al capote de Josemari que salió de cada verónica con la cara desentendida y yéndose cruzado. Manzanares hizo que repitiera sin dejarlo que se fuera e imprimió ritmo en el elegante saludo. Hubo mucho sabor con el percal. Y en la faena Manzanares recordó la bulería de El Turronero -qué despacito torea José María Manzanares- y es que la faena al enclasado y repetidor quinto estuvo llena de clase, muchísima naturalidad y temple. Ese temple que hace detener al tiempo con un trazo de muletazo que parece que no acaba nunca por profundidad y despasiocidad. El de alicante también mostró raza y personal elegancia, ante la transmisora embestida de su antagonista al que apretó por abajo con todas las de la ley. Exigió, mandó y toreó como en las grandes tardes. En homenaje al maestro realizó unas manoletinas muy ajustadas. Espadazo hasta la gamuza y dos orejas.


FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Linares, Jaén. Corrida de toros. Más de tres cuartos de entrada.

Toros de Núñez del Cuvillo y uno -el primero- de El Cotillo.

Curro Díaz, oreja y dos orejas.

José María Manzanares, ovación tras aviso y dos orejas.

Roca Rey, oreja y 

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