​Mil preguntas con respuestas que no nos gustan, por ser reales

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PJC VERTICAL



EDITORIAL (PROGRAMA LA DIVISA DEL 27 DE JULIO 2020)

PEDRO J. CÁCERES


Mil preguntas con respuestas que no nos gustan, por ser reales



Pese al candil, que no luz, al final del túnel, del comienzo de los toros, a cuenta gotas y en precario, El toreo se hace, en estos días de finales de julio, mil preguntas para un escenario convulso: ¿Por qué no se han dado las novilladas nocturnas de La Maestranza? ¿Por qué Las Ventas no ha activado sus festejos también nocturnos de julio y agosto y la Feria de Otoño lleva el mismo camino?

La respuesta es sencilla, o no. Sencilla si por encima del voluntarismo del aficionado y profesionales (ávidos de toros unos y de ingresos otros) hacemos un ejercicio de ponernos en la piel del otro : del empresario.

Y no deja de ser curioso que la mayoría de las protestas son vertidas por el "tifus" (los que no pasan por taquilla)


Las medidas sanitarias restrictivas y muy complejas de aplicar, por mucho que los profesionales se bajen el sueldo ¿qué sueldo, el de libre contratación de las figuras o los mínimos que establecen las tablas salariales? y las propietarias (públicas o privadas) se llenen la boca de querer colaborar, al igual que los “adosados” (veterinarios, etc.), no deja de ser predicar, pero a la hora de dar trigo ya se está viendo la voluntad, que no es lo mismo que el voluntarismo que expresan. Se hacen inviables de todo punto.

Máxime si las temporadas de las dos grandes plazas se sustentan y financian de un abono potente, capaz de enjugar su presupuesto y “subvencionar” el resto de festejos, claramente deficitarios en circunstancias normales, mucho más en ésta “anormalidad” que no es una “nueva normalidad”.


En el caso de Madrid, además, la inexplicada contradicción viene del constante postureo tanto de la Presidenta de la Comunidad como del Alcalde,  que no pierden ocasión de fotografiarse con toreros y capotes (voluntarismo) y expresar su deseo que haya toros ¿pero como?

Una actitud, que se agradece, pero que crea una mayor confusión por transmitir, posiblemente sin pretenderlo, que los culpables son los empresarios.


Entre tanto, en  Francia, para agosto y septiembre y también condicionado por la evolución pandémica, ferias del fuste de Béziers, Dax, Arles o Nimes ya han anunciado o están a punto sus carteles, con reducción de aforo incluida.

Dan envidia al personal, pero, tiempo al tiempo, y a ver en que queda todo. De hecho la única que, hasta el momento, ha programado es Béziers : una corrida de toros y un festival ¿eso es una feria?


El año taurino no va a pasar en blanco, pero casi. Lo peor es que apostarlo todo a una recuperación en 2021 parece más una quimera que una esperanza alcanzable. Porque la pandemia no tiene pintas de aminorar su mortífera marcha y la economía… ¡ay, la economía!

Fiarlo a la vacuna es más un ejercicio de la voluntad que de realismo, a poco que uno siga los mensajes- contradictorios, cierto-  de los científicos. Y , en el mejor de los casos ¿cuándo?.

Ante ese panorama ¿alguien puede planificar y pensar en Olivenza, Castellón, Fallas, Abril, San Isidro…¡incluso San Fermín! ?.

Algo habrá que hacer, algo más que en este maldito 2020 ¿pero qué?


Eso sí, en los últimos días la tauromaquia está en las páginas de la prensa del colorín por cuestiones amorosas y en un programa de televisión a cuenta de peleas de gallos.

Mientras tanto las legítimas manifestaciones de los asalariados de la cultura taurina que están siendo marginados de las ayudas del SEPE, a las que tienen derecho por ley, y que tantas familias están al borde del hambre, la miseria y demás, de forma tan sectaria como injusta, por ideología totalitaria, no han gozado del trato informativo similar a las protestas de los de Nissan, Alcoa, Airbus, etc.


Las breves notas publicadas parecían más un breve de sucesos que una noticia cultural reivindicativa.

Y, así está el patio.


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