​VetArinarios y “madera”, el cáncer de Fallas

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PJC.

EDITORIAL PROGRAMA LA DIVISA 19.03.18 

PEDRO J. CÁCERES


VetArinarios y “madera”, el cáncer de Fallas


Bueno de Fallas y de Valencia. Estas de 2019, la del año pasado, el anterior, las ferias de julio… un tumor crónico al que nadie pone remedio.

Pero, no es un problema localizado en la ciudad del Turia y puntualmente en estas Fallas, no.

En general, ya hemos editorializado sobre ello, en la mayoría de las plazas punteras se repite el mismo despropósito: recuerden el último “Pilar”, o, sin ir más allá de la 1ª del mundo, la desastrosa feria de San Isidro que el año pasado echaron los señores del palco.


Ciñéndonos a la actualidad que depara el ciclo valenciano los “VETARINARIOS” (veta, de vetar) han descompuesto corridas en manos de ganaderos de prestigio y tradición como Alcurrucén y Victoriano del Río, que se han visto descabaladas, destrozadas, por los facultativos, de los cuales se ignora si responden a la cualidad para el puesto del “acreditado prestigio”.

Es posible, que como ocurriera antaño, en el coso de la Calle Xátiva, alguno, o alguna, su especialidad, con la que se ganan la vida, sea la de abejas o cualquier otro insecto himenóptero.


Otros ganaderos, conociendo el paño, porque, repito, no es novedad, se han curado en salud y no han llevado la corrida idónea para Valencia según su criterio, similar al de los respectivos veedores de empresa y toreros.

En cuanto al palco, más de lo mismo. Quitando orejas pedidas por el público a unos y dándolas a otros con la misma o menor petición, incluso premiando con las dos orejas bajonazos.


El rizo lo rizó el ínclito del domingo cuando en una actitud de suma prepotencia, al margen del probado desconocimiento, coaccionó a Castella a matar al toro “Horroroso” (era el nombre) de Jandilla, pese a la petición unánime de público y protagonistas, activos y pasivos, sin ni siquiera –como marca el reglamento- pidiera opinión al ganadero.

Según le dijo el Delegado a Borja Domecq, la no concesión del indulto fue por derribar al caballo de picar dos veces, entendiendo que no se le había picado…¡coño, pues no cambie usted el tercio!.

El toro, además de seriedad en hechuras, lo tuvo todo; para abreviar: fue bravo y de indulto.


Pero estas coSas vienen pasando y pasarán mientras no se tomen cartas en el asunto y se pidan responsabilidades a quienes en vez de velar por el buen desarrollo del espectáculo se empeña en crispar ánimos y joder un valor genético como el de “Horroroso” para al menos echarle a las vacas y probarlo. Que no andamos muy sobrados de ADN como el de ese toro de Jandilla.


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