​Malos aficionados

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                                             EDITORIAL DEL PROGRAMA LA DIVISA DEL 03 DE SEPTIEMBRE DE 2018

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PEDRO J. CÁCERES


Malos aficionados


Dime que presumes y te diré…que mal aficionado a los toros eres, ni siquiera espectador local de nivel.

Se llenan la boca de pontificar en tabernas y foros cutres, se quejan de lo mal que está esto “del toro” y los cansinos carteles de figuras con muchos años de alternativa, reivindicando, con la boca chica, que se de paso a los jóvenes apostillando que el enemigo no es el anti, sino que el cáncer está dentro, en el sistema. Y, que, el empresario es la “bicha”.


No tienen ni puta idea, si no malas ideas “piensa mal y …errarás”.

Se sacan el abono, si no es muy largo ni caro, con no más objetivo de asegurarse sitio preferencial donde presumir, especialmente esperando la corrida estrella, más si es una monstruo con una figura más y ocho toros.


Pongamos que tomemos como referencia Cuenca.

Maximino, su empresario, que ejerce, y practica con el ejemplo, es un conquense más que no busca expansión para dedicarse en cuerpo y alma a esa feria de San Julián “la niña de sus ojos”.

Hasta la penúltima de ésta “champion” era un héroe local al que hace pocos años, muy pocos, se le sacó en hombros tras una de esas “monstruos” en que la meteorología previa fue adversa: llovió, como si lo fueran a prohibir” o, como dice el dicho, “más que cuando enterraron a Zafra”.

Maximino y su brigada (altruista) se pusieron el mono de trabajo, de lodo hasta los ojos y, con el arco iris en son de paz, y el regocijo del público, una hora después se dio el festejo que , además, resultó exitoso –menos en lo económico, ahora les cuento-. Maximino subió a los altares de las colgadas casas más encantados que la Ciudad patrimonio de la humanidad a pocos kilómetros.


Este año, infortunadamente, se produjo situación similar, con la diferencia, nada sutil, que la monstruo se había celebrado en loor de multitud con un indulto (Juli) y un Morante en sus días buenos.

Fue la víspera de autos y la lluvia –tal que en el pasado reciente- se entretuvo en aguar previamente el cartel de emergentes con un Fandi (espectáculo), Garrido (triunfador absoluto el año pasado) y el joven Álvaro Lorenzo –manchego, de Toledo- que además de ser un joven con futuro llegaba con tres orejas cortadas en Las Ventas.

Se repitió la acción de antaño: barro, sangre, sudor, lágrimas para recomponer el ruedo, y tras una hora y poco –la misma película- el festejo se celebró…pero.


Pero Maximino y su gente fueron insultados, vejados, vilipendiados y descendido a los infiernos: de héroe a villano.

¿Qué había cambiado respecto de lo ocurrido poco tiempo atrás?

Que ya había pasado “la monstruo” y esos muy malos aficionados sólo querían la pasta de la correspondiente devolución para que provocaran la suspensión del festejo por la vía de la violencia verbal.

Finalmente, la corrida se dio y fue otra jornada triunfal como el epílogo siguiente de la de rejones. Pero tal actitud puede dejar secuelas.


Un apunte final para bisar (de bis) que no tiene ni puta idea sino malas ideas de ignorantes pese a la presunción de aficionados fetén.


Los festejos se “echan p’alante” mediante la consulta de la autoridad con los toreros y el director de lidia como bastión. El empresario tiene, algo, pero poco, que decir.

La celebración de la monstruo de antaño, por obvio – como la de este año- son deficitarias, y la suspensión suponen para el empresario 60.000 euros de seguro, del que la parte del león queda en caja.

Lo mismo que en carteles más aliviados, como del otro día, el resarcimiento del seguro es más cuantioso que los beneficios a festejo consumado.


¡Ignorantes!

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