Maximino : uno por libre ¡felizmente!

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EDITORIAL PROGRAMA LA DIVISA DEL 20 DE AGOSTO 2018

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PEDRO J. CÁCERES


Maximino : uno por libre ¡felizmente!


Lo logró con Cristina Sánchez, a la que siguió en suerte durante varias temporadas y la lió en el año 2016 para hacer el paseíllo en el arranque de aquel San Julián. Le siguió en suerte un matador de esencia como Pepe Luis Vázquez, al lado de Morante de la Puebla y José María Manzanares en Illescas el año pasado. 

En este, ya va un doblete de éxitos con la vuelta de Pepín Liria a la Feria del Milagro en el mes de marzo y el regreso de Jesulín de Ubrique en la Champions del toreo. Maximino Pérez, su inventiva, su imaginación, su creatividad y su forma originalísima de ver la mediocridad en la que en la actualidad se sume la creación de Ferias ha hecho posible todo eso. Y el milagro se ha producido en Illescas, pero sobre todo en Cuenca, que ha vibrado con Janeiro.


Porque fue la de este domingo una tarde con tres toreros fuera de catálogo total y absolutamente. Un Jesulín alejado de la actual concepción de lo que una temporada se refiere. A kilómetros del actual sistema, que aún añora la época dorada -por brillantez en la plaza y en los despachos- que un torero como él significó para la sociedad de los 90. Y ahora, en Cuenca, le ha enseñado a la actual forma de ver toros que para mandar hay que respetar al aficionado, pero hay que arrodillarse ante el público. Que es el que llena. Que es el que sigue siendo mantenedor de una Fiesta que sí, tiene su esencia, pero en la que va intrínseca el don innato de lo popular. Y ahí Jesulín es capitán general.


El diestro que ayer hizo el paseíllo en San Julián lo hizo porque lo ha sido todo, y ha reaparecido porque esa condición le da la entidad para volver como quiera, donde quiera, con lo que quiera y con quien quiera. Y eligió que Maximino era el hombre y su plaza la deseada. Al lado de Padilla y de Abellán, hace unas horas enseñó la proposición templada el tío que en los 90 todo lo que quería, el chispeante veinteañero que hace dos décadas fue libre por sus cojones. Y estos le hicieron millonario.


Y la guinda.


Al final de la salida en hombros y vestido de luces llegó la rueda de prensa, otra novedad en el mundo del toro –pero inventada hace mucho tiempo en otras artes, espectáculos y deportes- en el que Maximino ha dado otra vuelta de tuerca para la modernización y actualización de un espectáculo cuyos protagonistas cada vez han perdido más el contacto con la sociedad, con el público. Ese público que los veía como héroes y ahora son casi fantasmas si quitas las dos horas de derechazos y naturales. Eses público que con su paso por taquilla produce los pingües honorarios de los del chispeante.


En esa rueda de prensa, que ha dado la vuelta al mundo –consultar portales americanos- brotó ahí la nostalgia de una época marcada por las 161 tardes en las que el lleno y el “ no hay billetes” -que nunca jamás ha conocido la Fiesta- eran pan diario.


Ahí queda la labor de Maximino y de los toreros fuera de catálogo que triunfaron en San Julián.

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