​Enrique Ponce: El torero más importante de la historia. El adiós del Rafa Nadal de la Tauromaquia…y viceversa.

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PJC. COPIA

EDITORIAL DEL PROGRAMA LA DIVISA DEL  14 DE OCTUBRE 2024

POR PEDRO J. CÁCERES


Enrique Ponce: El torero más importante de la historia. El adiós del Rafa Nadal de la Tauromaquia…y viceversa.


“Un quite al destino”, así titulé mi columna en una revista especializada de la época (1990). La corrida estrella de esa Feria de Julio corría riesgos de suspensión por el día de perros en que amaneció Valencia, los bailes de corrales y las posteriores caídas del cartel de Roberto Domínguez y El Soro.


Ponce se quedó solo ante el peligro. Empezaba su faceta de generosidad con la Tauromaquia: “solucionador de problemas”: (la frase es de Juan R. Palomares cuando, en la triunfal trayectoria del torero, se le cuestionaba que una figura del toreo asumiese sustituciones).


No recuerdo bien si la corrida comenzaba entre las 5 o 6 de la tarde. Sí recuerdo, como si fuera hoy, que, conocida la noticia, a las 15 horas fue requerido por el equipo de los “Copecoloquios” que emitía en directo la tertulia de los días de feria que tenía el honor de dirigir. Un equipo de lujo con Paco Villaverde y José Fco. Bayona, entre otros. Y allí compareció, durante los 60 minutos de emisión EL TORERO (con mayúsculas), mientras el mozo de espadas le componía “la silla” con el tiempo justo para vestirse de torero y triunfar en la plaza.


Comenzaba la leyenda. Y empezaba una cualidad que ha sido una constante en sus más de 30 años de profesión: el respeto por la afición y el público sin rehusar, en toda su carrera, comparecencias, para explicar sus circunstancias más diversas, su tauromaquia, etc.


Había tomado la alternativa en las Fallas de ese año (oreja) de manos de Joselito y Litri ide testigo, tras una intensa trayectoria como novillero puntero con más de 100 festejos con caballos a sus espaldas.


Su confirmación en Madrid, en la Feria de Otoño de ese año de 1990 (Paula y Esplá) los toros de Garrido sólo depararon dos ovaciones para el confirmante. Y el 28 de abril del 91 es otra fecha clave en la proyección del valenciano junto con César Rincón.


Fue la tarde no afortunada de la confirmación de Raúl Zorita (Corrida de Cuadri) pero de inicio de idilio de la afición venteña con quienes serían las máximas figuras que rivalizaron en los años posteriores: Rincón y Ponce. Era la rampa de salida de dos figuras del torero de época.


A partir de ahí y hasta el 9 de octubre de 2024 en Valencia, en lo que respecta a Enrique Ponce su hoja de servicios exhibe: más de 2.000 festejos, más de 5.000 toros, 50 indultos… Líder de escalafón durante muchos años y durante 10 seguidos pasando los 100 festejos.


Cierto es que el arte no es cuantificable, pero es que esta estadística tiene letra pequeña, en la que a la cantidad se encollera la calidad de esos números: ha abierto todas las PG de las plazas más importantes del mundo, toreando con todos -tres o cuatro generaciones de escalafón -, matando todos los encastes, etc.


Andrés Amorós en su colección Biografías (Ponce un torero para la historia) refiere la las hazañas llevadas a cabo en los ruedos de todo el mundo por Enrique Ponce, “uno de los más notables matadores que haya tenido el mundo del toreo”. “Un diestro que, desde su más tierna infancia, comprometió su vida en esa vocación que lo ha llevado a enfrentarse y lidiar más de dos mil corridas de toros. Es decir, a entregar prácticamente toda su existencia, jugándose en ello la vida, en crear esa forma de expresión artística, el toreo, una de las más intensas de las bellas artes, y, a la vez, la más frágil y efímera…”


En la entrada de Wikipedia se acuña: “De depurada técnica y estilo purista y elegante, es considerado uno de los diestros más importantes de finales del siglo xx y comienzos del siglo xxi”.


Su compromiso con el vestido de torear, con su profesión, en base a su liderazgo, le llevó a echarse a espalda la difícil temporada de 2020 con la pandemia en plena ebullición y así comenzó la de 2021, cuando, por sorpresa, tras triunfar y salir en hombros en León, en víspera de torear en Burgos, anunció en un comunicado su “cese de actividad” (no aclaraba s temporal o total).


Ese tiempo tocó a su fin, felizmente, en junio de este año en Nimes en lo que ha sido una temporada de “hola, y adiós”. Tres décadas en figura del toreo necesitaban un final acorde, no una despedida a la francesa y sí un regreso con su grandeza. Y así ha sido.


Una larga carrera de figurón del torero cuyo mayor activo ha sido (no me gusta lo de humildad o modestia) la sencillez, la naturalidad con que ha conllevado, más de 30 años, el peso de la púrpura, que tanto se les indigesta a la mayoría de los mortales.


Coincide este fin de trayecto con el anuncio de retirada de Rafa Nadal el mejor de la historia, como deportista, y comportamiento ejemplar como hombre.


El destino ha querido hacer coincidir  los momentos del adiós de ambos: El torero más importante de la historia El adiós del Rafa Nadal de la Tauromaquia. Y viceversa. Tanto monta, monta tanto.





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