Al cuarto toro pasó por Las Ventas una tormenta que dejó todo el agua posible para que los tendidos se fueran despoblando, quedando vacíos. En este toro, la cosa mejoró un poco con un Ferrera inspirado, que dejó un puñado de naturales al cuarto, de buen embroque pero sin finales, deshuesando la muñeca izquierda y los hombros caídos. La espada esfumó el posible premio. Un trasteo que ( normal) hubiera lucido sin la negativa de la lluvia Su primero tuvo nulo poder y con sentido.
Manuel Escribano salió a dar todo su arsenal de entrega y poder. Oreja que debió de atender el presidente en el quinto, descomunal de cabeza. Escribano se fue a chiqueros para librar la suerte. Banderilleó en un torrencial de lluvia y corrió la mano a derechas, de buen trazo las tandas. Por el izquierdo no tuvo un pase, con sentido. Escribano fue volteado sin aparentes consecuencias para dejar una estocada arriba. Vuelta al ruedo. Su segundo siguió la nota del primero, de escaso empuje.
José Garrido dejó una gavilla de verónicas jugando los brazos al sexto. La media tuvo buen son. Garrido vio clara la movilidad del sexto para enjaretar por ambas manos rondas ligadas, pasándoselo por la taleguilla. La espada cayó baja y abortó una faena que iba camino de la oreja. El tercero fue deslucido, sin opción para justificarse.
Plaza de Toros de Las Ventas. Feria de San Isidro. Más de tres cuartos de entrada. Toros de Adolfo Martín, bien presentados en sus diferentes hechuras. 1°; deslucido 2°; desrazado 3°; parado 4°; de buen embroque pero sin empuje 5°; potable por el derecho 6°; con movilidad.
Antonio Ferrera, silencio y silencio tras aviso.
Manuel Escribano, ovación y vuelta al ruedo.
José Garrido, silencio y ovación.
EL VÍDEO RESUMEN
LA GALERÍA DE FOTOS DE ALFREDO ARÉVALO
Escribe tu comentario