La cuarta y última semana de San Isidro la descorchó la corrida de José Escolar, bien presentada y de juego desrazado, faltando bravura en sus embestidas, con sentido que desarrollaron, en líneas generales, con peligro sordo que llaman.
A Fernando Robleño no le llegó el agua a los tobillos en su lote, mortecino y sin decir gran cosa pero con sentido, quedándose en las corbas. Su primero sacó sentido por el izquierdo y por el derecho se dejó en su sosito viaje, provocando y cogiendo el pitón contrario Robleño le sopló un puñado de naturales y redondos por la derecha. El cuarto no dijo nada en su escaso recorrido, Robleño dibujó el planteamiento de su primero, de uno en uno para que aquello tuviera cierto orden pero se hacía difícil ante la desrazada condición del animal.
Damián Castaño fue todo querer y pundonor en toda la tarde. Recetó lo mejor de su tarde al quinto, desclasado, por naturales, de uno en uno, dando el pecho entero y jugando la muñeca. El segundo tuvo buen son, pero a mitad de serie se quedaba cortito, DC le buscó el pitón contrario sin demasiado eco en el tendido. Lo mejor del segundo capítulo llegó de la mano de Alberto Sandoval, dejando un tercio de varas importante, luciendo la suerte.
Gómez del Pilar despachó al tercero en un armonioso principio de faena. Dos series de gran trazo, templadas y enganchado la humillación del tercero, que se fue viniendo a menos, dormidito en su viaje, en un trasteo claro y despejado de ideas de GdP, dejó un cambio de mano largo, de excelente factura. El sexto fue un mulo, no tuvo opción el diestro.
Plaza de Toros de Las Ventas. Feria de San Isidro. Casi tres cuartos de entrada. Toros de José Escolar, bien presentados y sin fondo.
Fernando Robleño, palmas tras dos avisos y silencio.
Damián Castaño, ovación y ovación.
Gómez del Pilar, ovación tras aviso y silencio.
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