" Mi padre empezó con este libro y después de 40 años le he terminado"
" Desde el año 1972 no se ha remodelado seriamente la enfermería; hay una serie de cosas que manda sanidad, como los zócalos, los revestimientos de las paredes del quirófano hay que cambiarlos"
Entrevista por Pedro Javier Cáceres
Son los ángeles de la guarda de la tauromaquia, como bien canta El Serrano, son los cirujanos taurinos. Y sobre ellos, pues recae una responsabilidad tremenda. Y días pasados esa responsabilidad lo ha plasmado el cirujano jefe de la plaza de toros de Las Ventas, Don Máximo García Padrós, en un extraordinario libro que se llama Rejas de Enfermería.
“Rejas de enfermería”. No conocía yo sus dotes literarias.
Es una cosa que empezó mi padre con esa idea y después de casi 40 años lo he terminado. Es un relato muy pormenorizado de lo que es la enfermería, de la plaza de toros de Las Ventas, que tiene unas características que la hace distintas del resto del mundo porque es donde más festejos se celebran. Y hablo de la implicación que tenía el sanatorio de toreros, de la sociedad nacional e internacional y del equipo actual que compone la enfermería.
El relato es desde 1931.
He sacado, de los 14.000 partes que tenemos en la enfermería desde el año 1939, 3963 toreros o personal que ha sufrido una herida durante la lidia. Entonces, de esos 3000, como no se puede hablar de todos, hemos cogido los 5 fallecidos y los 70 heridos denominados muy graves. Contando cómo fueron las circunstancias, el parte, el momento de la cogida...
¿Su padre, la eminencia García de la Torre, en qué año se incorpora?
Bueno, mi padre entra con el doctor Jiménez Guinea en el Hospital Provincial de Madrid, lo que es el Reina Sofía, en el año 1941 y en el año 1942 se incorpora a la plaza de toros, ayudándole en la plaza de toros y en el Sanatorio de Toreros hasta el año 1972, que fallece Jiménez Guinea. Y a partir de ahí empieza mi padre y hasta el 1985 que me hago cargo yo. Yo empecé en el 1966 como segundo ayudante de mi padre y Jiménez Guinea y en el 1972 paso a ser el primer ayudante. Y luego ya me hice cargo de la enfermería.
Hasta la jubilación. O no hay jubilación porque se le ve todos los días en Las Ventas.
Ahí estoy. Dirijo allí las cosas, pero ya tengo formado a mi hijo perfectamente. Y el doctor Pascual, la doctora Asenjo, que también conoces, el doctor López…En fin, hacemos un grupo que sabe cada uno lo que hay que hacer y lo que no.
Voy a hacer un paréntesis, para tener un recuerdo para mi amigo y suyo, el doctor Enrique Alcorta.
A Enrique, le conocí en la carrera en el año 1960. Y en el año 1974, entramos en el 12 de Octubre los dos. Y sabía de su afición por los toros y él también sabía dónde estaba yo, y ya se vino conmigo y yo con él. Porque yo le ayudaba en muchos de los pueblos de la Comunidad de Madrid y fuimos un tándem muy importante y ha creado escuela. El doctor López ha seguido los pasos del doctor Alcorta y su pérdida, como la de otros compañeros que han pasado por allí, ha supuesto una pérdida importante.
Supongo que ha habido momentos tremendamente durísimos, pero quiero empezar por los momentos más felices. Supongo que es cuando se le da el alta hospitalaria a un herido.
Es uno de los motivos, pero, sobre todo, cuando ves al torero que has operado y salvado a veces la vida vuelve a torear. Para nosotros eso es el no va más… qué tíos, cómo vuelven otra vez a ponerse delante de un toro después de haber sufrido una acogida tan importante… Hay muchos que han sido así y otros, sin embargo, han salido de alta hospitalaria pero no han vuelto a poder torear, que también te causaron una impresión.
Los momentos duros. Los más duros son los fallecimientos en sus manos.
Yo he padecido la de Campeño. Fue una herida tremenda en el cuello, fue un arrancamiento de tiroides, de carótida, de lunares y fue incompatible con la vida. Entró en parada cardíaca y lo sacamos, pero falleció a los siete días. Es muy duro hablarlo con la familia y decirles todo lo que ha pasado. Yo estuve también cuando la cornada de Coli, que estaba en la plaza como espectador con mi madre, y la de Pablo Pérez. Era muy pequeño entonces. Pero son cosas que te quedan. Siempre te impresiona ver cómo una persona pierde la vida delante de uno…
Recuerdo, por ejemplo, como una de las cornadas gravísimas y felizmente se pudo recuperar y seguir toreando con su magisterio habitual, la de Curro Vázquez.
Por ejemplo. Sí, y la de Gonzalo Caballero, David Mora, Román, por ejemplo, son los casos últimos. Rubén Pinar también. O sea, van explicados en el libro cómo sucede y lo que se hizo. En fin, más bien un libro, yo creo que es más de consulta porque puede servir para muchos médicos. Les puede servir para hacerse una idea de cómo son este tipo de heridas.
Dígame toreros rebeldes que se han escapado de sus manos.
Querer, todos. Están en un momento de excitación muy grande. Y quieren salir por todos los medios. Yo siempre recuerdo los casos de López Simón, Miguel Abellán, José Tomás y Miguel Ángel Perera. De los cuales tres son del Atleti… Eso debe dar también una fortaleza.
Las instalaciones han ido acorde a los tiempos.
Sí, se han hecho a toda clase de intervenciones de tórax, abdomen, de cuello, cara…Y este año dicen que hay un proyecto para ampliar la enfermería, hacerla más acorde. Porque hay que reconocer que, desde el año 1972, no se ha remodelado seriamente y hay una serie de cosas que manda sanidad, como son los zócalos, los revestimientos de las paredes del quirófano… Dicen que el 13 de octubre van a empezar para poder estar en marzo otra vez en funcionamiento.
¿Por qué reja de enfermería? Corrígeme, pero creo que el Doctor Máximo García Padrós siempre está en una ventanilla detrás de la reja con su bata…
En esa reja estaba mi padre siempre. El nombre viene porque hay una anécdota que es graciosa. Preguntaron: ¿por qué había siempre dos guardias de la Policía Nacional ( los antiguos grises)?. Entonces, uno preguntó que por qué estaba la policía custodiando a ese señor que estaba sentado en la silla que había ahí, que sale precisamente en la portada del libro, y el otro le contestó que es un preso que deja salir todos los días que hay toros y está custodiado por la policía.
¿Quién lo dijo?
Lo dijeron unos que estaban allí. Le preguntó el uno al otro qué pasaba. Porqué estaba ese señor ahí custodiado por la policía. Y lo dijo Angelito Londero, un chuleta de Madrid, y nos partíamos de risa todos…
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