Juan de Castilla recogió la ovación del tendido tras la gesta de hoy. De Vic a Madrid para alzar su toreo. Apuntado queda el nombre para que vuelva a pisar Madrid. Su primero, escurrido de carnes y con dos perchas, mostró su limitado poder, pero con nobleza. De Castilla aplicó distancia y altura para dosificar la fuerza. Fue dando forma, dando distancia larga para que se viniera el Miura, estalló la faena en sus finales, más reuinidas y de mano baja las series. Pinchó y perdió un posible premio. Ante el quinto, se justificó para potabilizar la sosita embestida, que se quedaba cortito, pero los medios muletazos los dibujó de Castilla con el peso de las zapatillas asentadas por ambas manos.
Los otros dos integrantes del cartel pecharon con lostes diferentes. Rafaelillo tuvo la suerte negada ante el deslucido primero, que acabó parado por completo. El cuarto mostró sus sosería, condición que aprovechó Rafaelillo para relajarse a derechas, aprovechando las medias arrancadas, pero fueron limitadas en cantidad.
Colombo sudó la gota gorda. En su primero dejó tres pares de gran exposición, poniéndole los pitones en el pecho. Incompresiblemente, se pitaron dichos pares... La principal virtud del Miura fue la emotividad de su embestida, con disparo, y a media altura, condición que aprovechó Colombo para justificarse en un trasteo que no tomó vuelo. Ante el sexto se mostró solvente ante un animal con sentido, que pesaba estar delante.
Plaza de Toros de Las Ventas. Feria de San Isidro. 20749 espectadores. Toros de Miura, bien presentados. 1º; deslucido 2º; de buen estilo, pero limitado de fuerza 3º; encastado, con emotividad 4º; deslucido 5º; de medias embestidas, noble 6º; son sentido.
Rafaelillo, silencio y ovación.
Juan de Castilla, ovación tras aviso y ovación.
Jesús Enrique Colombo, silencio tras aviso y silencio tras aviso.
EL VIDEO RESUMEN
LA GALERÍA FOTOGRÁFICA DE ALFREDO ARÉVALO
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