La corrida de El Parralejo, que tan buen año está echando, dio al lastre de la tarde. Un encierro bien presentados dentro de su desigualdad. En cuanto al comportamiento, sin raza, faltando finales a la corrida.
Respecto a la terna, poco se puede decir. Bueno, sí, un impeclable Perera- una vez más- entre la sorfina del día festivo madrileño. Perera- no le vamos a descubrir ahora- entendió a la perfección a su lote. Su primero iba y venía, con ese calamocheo tan molesto. MAP le pulió esa condición por ambos pitones, limpiando los muletazos, cobrando fuerza por la mano izquierda, a la postre, la mejor del funo. La espada no estuvo a la altura. Como no la estuvo en el quinto. El castaño tuvo como virtud principal la movilidad. El extremeño se echó de rodillas, por cambiados, para despertar del letargo. Perera fue dando forma a la movilidad y el son noble que portaba el quinto para ligarle rondas por ambas manos, a zurdas fluyó con mejor continuidad.
Ureña y Alejandro Fermín, que confirmaba, tuvieron en sus manos dos lotes deslucidos. El de Lorca no sacó agua del pozo en un tercero que se defendía por la falta de fuerza y ante el quinto, un armario ropero, no cogió calor por la sosina y venida a menos condición del animal. Alejandro Fermín se justificó en dos trasteos planos.
Plaza de Toros de Las Ventas. Feria de San Isidro. Lleno (22351). Toros de El Parralejo, bien presentados dentro de la desigualdad. 1°; desfondado 2°; manejable 3°; sin poder 4°; con ritmo pero sin tranco final 5°; deslucido 6°; deslucido
Miguel Ángel Perera, palmas tras aviso y silencio tras aviso
Paco Ureña, silencio y silencio
Alejandro Fermín, silencio tras aviso y silencio tras aviso
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