​De Piqué a Ponce: irse por la PG o entre la indiferencia

|

PJC


EDITORIAL DEL PROGRAMA LA DIVISA DEL 07 NOVIEMBRE 2022

PEDRO J. CÁCERES


De Piqué a Ponce: irse por la PG o entre la indiferencia


El sábado 5 de noviembre, el futbolista Gerard Piqué se despidió de su profesión ante sus fieles del Nou Camp, la afición “culé”.

La noticia, en vísperas, por sorpresa, aunque madurada con tremenda discreción, ha supuesto para el futbolista, muy cuestionado, futbolística y personalmente, en los últimos meses, su manejo de los tiempos deportivos y su nula exposición ante sus asuntos personales recientes, más una acertada política de comunicación para anunciar su retirada, cierra el ciclo héroe-villano restituyéndole todo los logros deportivos como pilar fundamental de su club, incluso de la selección española, obviando los convulsos momentos de presente.

Salió, se fue, por la PG.

No sólo recibió el homenaje de su afición, sus compañeros y club (amigos y enemigos) sino que se proyecta, en un futuro, no muy lejano, como presidente de la entidad, auguro, que por aclamación popular.

Venga esto, a cuento en un espacio taurino, para reivindicar la figura de Enrique Ponce, tan heroico o más, mucho más, que el futbolista, con un currículo de figura de época y torero histórico, al que sus circunstancias personales, tan sorpresivas en similitud a las de Piqué, tras echarse la Tauromaquia a la espalda, en el difícil 2020 de pandemia, abdicó una tarde de junio, la víspera de torear en Burgos.

Su falta de estrategia en el juego de los tiempos, en el año en que debía celebrar por todo lo alto (quizá en su Valencia en estas Fallas, o Julio, de 2022), con retraso, pero en una temporada normalizada, su trigésimo aniversario de alternativa, siempre, desde el minuto uno, en primera figura. No es que supongo, esa retirada por la puerta de atrás, cerrar, injustamente, el binomio héroe-villano, no -eso nunca- pero, casi año y medio después, es más dolorosa la indiferencia.

Cierto es que el mundo de los toros es amnésico, por naturaleza, a diferencia de cualquier otra disciplina deportiva, artística y cultural, aunque en este caso, y eso escuece, no se le puede echar la culpa a nada ni nadie ajeno al MAESTRO, al que su extemporánea sobreexposición, a veces sorprendentemente atípica en una cabeza tan bien amueblada, en un tipo de opinión pública y ¿prensa? desaprensiva (una situación personal y familiar en boca de todos -también similar a la de Pique) tampoco ha ayudado mucho.

Ignoro si por su cabeza pasa el reaparecer, pero el tiempo perdido en un mundo tan voluble como el taurino no vuelve.

Lo que sí tengo claro es que el torero que, durante 30 años ha sido santo y seña de este arte, miles de toros matados, de ellos un buen número de indultados, orejas, rabos, puertas grandes en todas las grandes plazas del mundo, y que tanto se ha volcado, desde su condición de grandiosa figura, solidariamente, con instituciones de beneficencia y de apoyo a la ciencia, como la lucha contra el cáncer, en numerosos festivales, se merece un magno homenaje a la altura de su aporte a la Tauromaquia, aunque sea de “paisano”.


La Fiesta y la afición se lo deben. A otros, con menos méritos, se les ha hecho, para encumbrarlos en el recuerdo a posteridad.




Sin comentarios

Escribe tu comentario




No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes. Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.