Ponce y Morante, El maestro y el artista. El XI Festival Virgen Esperanza de Triana hizo honor a su tradición con un lleno total/ Gonzalo Ruiz Álvarez/www.elcomercio.com

LA BELMONTE VOLVIO AL ESPLENDOR A LA LUZ DE LAS VELAS

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Ponce y Morante, El maestro y el artista


El XI Festival Virgen Esperanza de Triana hizo honor a su tradición con un lleno total.


Gonzalo Ruiz Álvarez

EL COMERCIO


La Plaza Belmonte se llenó de arte y afición. El magisterio de Enrique Ponce y el arte de Morante brillaron por todo lo alto. Las orejas simbólicas son lo de menos frente a la creación que se plasmó en el ruedo del céntrico escenario de San Blas.

El emotivo acto de fe, con la procesión de la Virgen Esperanza de Triana, fue el prólogo sentido con el ¡Salve Rociera!, entonado por un grupo flamenco.

Se lidiaron novillos toros de Huagrahuasi, Triana y Ortuño, este para rejones, de buen juego y presencia en general.

Una vez más, como ha ocurrido en el último cuarto de siglo, los aficionados pudieron admirar el talento y capacidad de un torero de época. Ponce se fajó con las dificultades del primero que superó con valor y técnica superiores. Los lances a la verónica abrieron su labor y tras el buen puyazo de Palomares con esa misma suerte fue el quite pinturero. Brindó al pintor Oswaldo Viteri – quien le había obsequiado un retrato en la corrida goyesca - y luego de los poderosos doblones desempeñó un trasteo en esencia derechista, de arte, gran técnica y vibración. La derecha fue prodigiosa y el temple y hondura de un esfuerzo tesonero valieron una ovación de gala en la vuelta al ruedo con una oreja simbólica, luego de dar lección de su pundonor aún para cuadrar al toro a la hora de señalar con la banderilla.

Morante de la Puebla se sacó el clavo de la noche anterior regalando el prodigio de su arte de inspiración y magia. El toreo de capa con largas genuflexas, la alta estética, con chicuelinas rematadas con una serpentina y el quite de la cigarra, de su invención y que rememora una forma de bailar sevillanas de su tierra, fueron el prólogo de una faena expresiva, iniciada por ayudados por alto, derechazos y naturales con la muleta también con toreros ayudados por bajo y remates pintureros. Dos orejas y vuelta de regocijo.

Daniel Luque cortó otras dos orejas luego de una faena vibrante y variada en la distancia corta, ante un ejemplar que pedía más pausas, pero que fue valorada por el público. Bien con la capa en verónicas, tijerilla y chicuelinas. Faena por ambos pitones con la muleta, que gustó al público hasta en los molinetes de rodillas y sentidos estatuarios.

José Antonio Bustamante fue todo entrega ante un ejemplar de calidad pero evidenció su incipiente oficio, fue florido con la capa y extenso en el trasteo de muleta. El quiteño logró agradar al público que le apoyó para dar una vuelta al redondel.


El rejoneador Sebastián Peñaherrera cerró el festejo con otras dos orejas luego de hacer la fiesta ante un buen novillo de Ortuño. Cuarteos y quiebros lucidos, algún momento sin templanza y una cuadra estupenda que poco a poco va dominando. Mostró progresos y conexión con el tendido. Fin de fiesta.


Plaza de toros Belmonte, Quito. Tradicional festival de la Esperanza de Triana. Lleno.

Novillos de Triana y Huagrahuasi y uno, el quinto, de Ortuño.

Enrique Ponce, oreja.

José Antonio "Morante de la Puebla”, dos orejas.

Daniel Luque, dos orejas.

José Antonio Bustamante, vuelta al ruedo.

El rejoneador Sebastián Peñaherra, dos orejas.

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