El Juli protagoniza una encerrona de máxima figura

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TEXTO: MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ (CULTORO)

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Con seis toros era la cita de El Juli esta tarde en la plaza de toros de La Misericordia zaragozana para culminar la temporada de sus veinte años de alternativa. Había elegido para la ocasión seis toros de los hierros de Núñez del Cuvillo, Garcigrande, Parladé, Alcurrucén, Puerto de San Lorenzo y Los Maños. El piso decorado esperaba al madrileño, que realizó el paseíllo a los sones de Tercio de Quites y saludó una calurosísima ovación a su conclusión de un tendido que registraba un lleno de No Hay Billetes.

De Garcigrande era el abreplaza, hondo y con cuello, de mano corta y la humillación acusada en los delantales con que lo saludó un Juli que se empeñó en brillar de capa y en la media verónica a pies juntos, monumental. Pero se partió el pitón derecho por la mitad en un burladero y fue devuelto.

Decidió Juli que corriese turno y saliese el toro de Cuvillo de perfecta estampa pero la fuerza muy justita en sus embestidas al capote. Pero supo Julián afianzarlo a base de dominar las alturas, de administrar la exigencia y de ir a más en su toreo, al igual que el animal en la calidad que rebosó. Tremendo Julián con la diestra, con la que construyó lo que vendría después, en una labor muy medida que coronó con la mano izquierda a una cuarta del suelo. Porque entonces ya no se caía el de Cuvillo, que constribuyó con su calidad a esa oreja con la que El Juli abrió la tarde.

Tuvo celo y humillación el de Los Maños, que salió segundo y se quedó más corto en los viajes, pero también transmitió más y empujó en el caballo de Salvador Núñez. Midió el castigo Juli, que le sopló un quite por faroles antes de brindarlo al público y buscarle la media distancia para lucir la profundidad de los muletazos con la raza del animal. Porque fue más eso que la ligazón lo que enseñó Julián en su lidia, que supo llevar siempre hasta el final, muy bien acompañados los trazos con la voz. Buena la dimensión del torero, que se atragantó después con la espada, sonó un aviso y escuchó silencio.

El sobrero de El Pilar, alto y vareado, salió en tercer lugar para humillarle las embestidas a Juli en el capote de auténtico escándalo a diestras, pero salía desentendido cuando el lance se efectuaba a zurdas. Alegre se le arrancó el toro en el quite por lopecinas, abierto el compás y enterradas las plantas, con una media verónica monumental. Más suavidad que ritmo tenía el toro en la arrancada, pero lo embarcó siempre preciso e inteligente Julián, aprovechando la distancia para ganarle inercia al ya de por sí largo viaje. No parecía el izquierdo el pitón del toro, pero supo encajarse con él Julián, y tirar de una embestida que no era tan boyante, pero sí se mantuvo en tres naturales de gran profundidad. Perfecto en los tiempos el madrileño, que supo administrar la exigencia después de soplarle varios naturales extraordinarios extrañamente poco jaleados en el tendido. Sí lo fue un cambio de mano mucho más evidente, más por abajo y más al ataque.

El cuarto fue el de El Puerto de San Lorenzo, un ejemplar perfecto de fenotipo en el encaste que embistió con mejor ademán que empeño, porque no terminó de rebozarse en el capote de El Juli pese a sus buenos principios. Y le midió mucho el castigo Jesús Vicente, pero se rompió mucho el animal empujando peto y el buen aire que apuntaba había que ahormarlo, porque se iba quedando corto, como demostraba en el quite por chicuelinas. Y tuvo cosas buenas el toro en la muleta, como su continuo afán por acudir y su fondo cuando se veía apretado, pero la correosa superficie de su actuación más evidente ponían muy caro el triunfo para un Juli que tuvo que tirar de oficio, de veteranía y de poder. Pero al menos lo mató de una gran estocada para escuchar una nueva ovación.

También de Garcigrande era el colorao que hizo quinto, que tuvo movilidad en todos los tercios y la mantuvo cuando Juli se hincó de rodillas con la muleta, pero le faltó fijeza y fondo en la embestida, que iba y venía sin manifestar la clase. De hecho, fue de poder la faena de Julián, que tuvo que administrar la exigencia porque tendía a no embestir igual cuando lo molestaban. Corría y corria el colorao, pero le faltaba entrega y ritmo. Hasta llegó a destrozarle la muleta al madrileño, la única vez que llegó al trapo. A partir de ahí obligó Julián muy en corto, muy intenso, aprovechando que no paraba el animal para imponer su ley. Firmeza, seguridad y aplomo el del madrileño, consintiendo cosas que sólo él consentiría a un toro así, y por eso rompió el torete todo lo que tenía en el fondo. Pero lo pinchó varias veces y su voluntad de levantar la tarde se vio emborronada por el aviso. Ovación.

El sexto de Parladé era una pintura a pesar de sus más de 600 kilos, pero se lastimó una mano en un lance con el capote y tuvo que ser devuelto. También de El Pilar era el segundo sobrero, toro negro, largo, fino de cabos y con el cuello largo para humillar. Y lo hizo. Más en el quite a la verónica del sobresaliente Miguel Ángel Sánchez, coronado con una gran media; y en el del otro sobresaliente, Juan Carlos Gallego, a los que Juli permitió quites con él. En la muleta se mostró desordenado el toro cuando lo dejaban a su aire, pero colocó la cara cuando se la sujetó Julián a un palmo del suelo para empujar con los riñones y las puntas la muleta del de Velilla. Aún así, nunca terminó de ordenarse con Julián y terminó por renunciar de la muleta poderosa del torero, que terminó con un arrimón para coincluir con una ovación una tarde de gran seriedad.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de La Misericordia, Zaragoza. Penúltima de la feria del Pilar. Corrida de toros. No hay billetes.

Toros de diferentes ganaderías. Devuelto el Garcigrande por partirse un pitón; noble y con mucha calidad el buen primero bis, de Cuvillo; importante y con fondo el enrazado tercero, de Los Maños; de gran calidad a menos el buen tercero de El Pilar; áspero y exigente el deslucido cuarto de El Puerto; de mucha movilidad sin clase el colorao quinto de Garcigrande; devuelto el sexto, de Parladé, por lastimarse una mano; informal y desordenado el sexto bis de El Pilar.

El Juli en solitario, oreja, silencio tras aviso, oreja, ovación, ovación tras aviso y ovación.

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