Manzanares, tras el quinto, señaló al micrófono de Toros que “ya con el capote, cuando lo paré, veía que embestía a medio viaje. Le faltaba la transmisión que es característica en esta ganadería. Tampoco podía bajarle la mano porque no me hubiese durado mucho. He intentado llevarlo pero no le podía poner expresión ni pasión para poder exigirle. Toro que obedecía pero al que le ha faltado el ir hasta el final, el humillar y esa emoción que a todos nos gusta”.
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