El Cid, tras el segundo, dijo al micrófono de Toros que “era un toro noble, siempre me salía por lo alto del estaquillador. Él pasaba pero nunca iba metido a la muleta. No obedecía ni al toque, sino que venía muy recto y así es muy difícil. He puesto predisposición y ganas. El toro era una pintura, muy de la casa de Álvaro, Santa Coloma puro, y seguro que tiene que haber un toro que embista”.
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