​El arte del toreo a caballo ¡un respeto!

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EDITORIAL (Programa LA DIVISA del lunes 12 de febrero de 2018) 

Pedro J. Cáceres



El arte del toreo a caballo ¡un respeto!


Hace ya tiempo que el rejoneo (arte de torero a caballo) se despojó del peyorativo espectáculo del “caballito” para tomar la mayoría de edad y hacerse respetar.

Cierto que tal salto cualitativo hay que apuntárselo a Pablo H. de Mendoza, pero de no haber sido por quienes le han seguido en busca de la competitividad y pureza, creando nuevas suertes y nuevos retos, hoy este espectáculo estaría estabulado.


Ese respeto ganado hubiera sido imposible sin la irrupción de un racial Diego Ventura en continua evolución (hasta lo insólito) que motivara, hasta casi desquiciar, al líder -sin competencia durante algunos años-; y a partir de ahí los Andy, Sergio Galán, Leonardo y últimamente Lea Vicens.



En el aspecto ganadero cada vez hay más criadores de bravo que no sólo no les importa lidiar en corridas de rejones, sino que consiguen realizarse como tal tras los triunfos de los centauros por criar un toro lo más parecido, o igual, de la lidia a pie. Que transmita una emoción, que la superación continua en asumir riesgos de los rejoneadores les garantice a ellos y al público, algo más allá de lo previsible; sorprender.

El hecho del indulto de ayer domingo en “La México” de un animal de Reyes Huerta por parte de Andy Cartagena supone un hecho histórico en el embudo de Insurgentes y en la Tauromaquia americana que tiene un precedente en la feria de Murcia con un indulto de un ejemplar de Los Espartales por parte de Diego Ventura.



Curiosamente ni Ventura ni Andy están en una feria donde el caballo, como bello ejemplar, y el arte de su toreo, tienen un público sensible y entendido para medir a las verdaderas figuras: Sevilla (Ventura tampoco en Valencia)


Parece que 10 Puertas del Príncipe y 14 Puertas Grandes en la Catedral del toreo y el arrastre de público no son suficientes para que los empresarios le garanticen al caballero seguir asumiendo retos del más difícil todavía y acceder a los múltiples hierros en los que confía para tal menester.



En las primeras ferias (Valencia y Sevilla) ante tener que decidir entre el sempiterno hierro de Bohórquez o Diego Ventura, se ha optado por el conservadurismo ganadero, tanto como quienes año tras año impiden que el figurón de hoy no conozca Pamplona y si acaso Bilbao y otras de la “espuela conecction” casi por “folleto turístico”.



Y es que la negativa de Ventura a matar la corrida de Bohórquez no es un capricho al uso de las figuras a pie que piden sus hierros de cabecera por comodidad, enmascarada con aquello de “garantías”, pero ¿para quién?


El reto de Ventura es querer un toro de “garantías”… pero para el aficionado, para el espectáculo, para sublimar el “arte del toreo a caballo” que merece renovar el sentido del respeto que, en muchos casos y situaciones, últimamente está adocenado cuando no perdido.


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