Morante gustó y regustó con su arte después de la bronca, Talavante entusiasmó por su verdad, pureza y frescura. Y Padilla, con sus armas y circunstancias, emocionó a 11.000, todos a una; menos uno: el que “la futut” (la cagó).

Gustar, regustar, entusiasmar, emocionar y “futut”

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EDITORIAL

Programa La Divisa del 17 de octubre 2016


Gustar, regustar, entusiasmar, emocionar y “futut”



Son verbos de 1ª conjugación que globalmente pudieran significar lo mismo con las matizaciones oportunas.

Pueden ser, igualmente, experimentaciones pasivas que espontáneamente provoca en un espectador la creación de un artista; incluso una cadena “in crescendo” que termina por contagiar a toda una masa, con perdón, para terminar en euforia colectiva unánime.



Viene esto a cuento de la histórica tarde que se vivió el pasado sábado en el coso de “La Misericordia” en Zaragoza con Morante, Talavante y Padilla como actores principales de la citada euforia de 11.000 personas que habían pasado por taquilla y un extra (protagonista de figurineo –atrezzo-) puesto “a dedo” que ni pasa por taquilla y además ,suele, disponer de entradas de cortesía para próximos y ajuntados (el presidente de la corrida) que se encargó de frustrar la pasión de quienes se habían dejado 50 euros, por barba, poco menos que llamándoles bobos; o al menos a estos se les quedó “cara de tonto”.



Lo de menos es que la terna no saliera por la PG porque una ciudad que tiene a su emblema (el Zaragoza de futbol) en Segunda División, exige 2 orejas de un toro para abrirla mientras el campeón de la Champion (las Ventas) con 1+1 vale.

No va más allá la salida en hombros abortada para Padilla por no concederle la 2ª oreja del 6ª, porque a estas alturas de su carrera no representa más que una foto para colocar al dorso de la de Puerta del Príncipe de Sevilla.

Incluso intuyo que ,como ocurrió en Valencia en una Feria de Julio con esa 2ª oreja cortada, hubiera renunciado a la izada de los costaleros para salir con sus compañeros (en aquel caso Finito y Abellán que habían dado una tarde espléndida) en olor de multitud, como así ocurrió el sábado.



No. A quien se hurta, se roba, se ratea, por parte del presidente, la legitimidad de contar una tarde histórica con datos escrutables que argumenten la rentabilidad del esfuerzo del coste de la entrada es al público.

Y esos datos del “no hay billetes” y su resultado final, justo, son los que dan categoría a esa afición, a ese público, a esa feria y a esa plaza; es lo que queda para la historia y no un inquisidor contra 11.000 que lo mismo que está en un palco podría estar vendiendo “calentitos” en un puesto ambulante de los de ciudades en feria.


Pero el del “moquero” sustractor no ha estado sólo; fuera del coso zaragozano (eso sí). Ha tenido la solidaridad de unos pocos cornistas frustrados en las RRSS.


El argumento es que si se le premia (del verbo premiar, por méritos, nunca dar o conceder graciosamente) a Padilla con las 2 orejas del toro ¿dónde queda el arte de Morante y la magia de Talavante premiadas con una oreja y una más una respectivamente?



Las comparaciones son odiosas, de principio. Pero luego concurren otros factores como el momento, el climax, el toro –fundamental- las circunstancias accidentales, lo inesperado que nos lleva al titular de esta columna:

Morante gustó y regustó con su arte después de la bronca-

Talavante entusiasmó por su verdad, pureza y frescura.

Todo dentro de lo previsible por estar testado el registro de cada uno y la previsibilidad de producir tarde a tarde esas sensaciones, cada uno con sus cuitas y sus armas.


Las armas de Padilla son harto conocidas y más en Zaragoza, hasta ahí lo previsible.


Pero los acontecimientos de irse a “porta gayola”, ser arrollado y planear la sombra de calar el pitón sorteando el parche del “pirata” con D.O. Zaragoza; que se recuperara con un gotero en la enfermería y que saliera a matar el toro no estaba en el guión.

Luego las largas de rodilla, los pares de banderillas; otra vez de rodillas con la muleta y cuajar al toro por los dos pitones (con su estilo con su sello, con su verdad) más irse detrás de la espada, enterrarla en los blandos y que el animal cayera rápido propiciaron –junto con el toro que fue el único del encierro que tenía las orejas para cortar- que del gusto, regusto y el entusiasmo se pasara a la emoción…de 11.000 todos a una; menos uno : el que “la futut” (la cagó).


Uno de esos 11.000 exclamó, por la mañana “hoy puede ser un bonito día ¡verás cómo llega algún nota y lo jode (futut)!”


Y acertó.

Lo que no se esperaba es que el sieso era el del palco… y de gratis total.



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