​Ladran, luego cabalga, Roca Rey

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PJC. COPIA


EDITORIAL DEL PROGRAMA LA DIVISA DEL LUNES 22 DE ABRIL

PEDRO J. CÁCERES


Ladran, luego cabalga, Roca Rey


Y lo hace, desde hace tiempo, como una máxima figura del torero, tendente a marcar una época. Sin embargo, es cuestionado por un sector de prensa y afición “cool” de forma contumaz. Casi siempre tras un triunfo rotundo hay un pero, tras cantarle las virtudes de raza, valor, entrega, etc.


Unos valores épicos que, hasta hace un rato, cotizaban al alza en tauromaquia, por encima de la lírica, de la que Roca Rey tampoco está totalmente exento.


 Lo acuñó el maestro Antonio Ordóñez: “los del valor a mandar y los del arte a acompañar”. Y, el maestro Palomo Linares decía “figura del toreo es el que manda, lo demás son toreros de feria”. Y Roca Rey manda en el toreo, casi desde que tomó la alternativa. O sin casi.

Mandar, por encima de todo, es “acabar el papel desde el momento en que las empresas lo anuncian. Recientemente, Roca Rey, Lo hizo en Valencia por Fallas, en Sevilla, y el domingo puso una pica , no en Flandes, sino en la muy difícil de llenar Zaragoza, sobremanera por San Jorge, donde otra tarde más salió en hombros, al igual que en Valencia donde fue proclamado triunfador y autor de la mejor faena.


El llenar las plazas, sin ser, ya, una novedad (va para 10 años de alternativa) será por algo, salvo que los inquisidores del “pero” estén convencidos que el público en general es imbécil.


El peruano ha echado una feria de Sevilla en la que ha cortado 4 orejas en 3 tardes y es uno de los que han abierto la Puerta del Príncipe (junto con Luque y Perera, toreros, igualmente, de la épica sobre la lírica).


Maltratado en la corrida de Victorino, el sábado de “farolillos” salió a por todas, como figura del toreo que es, y con dos ejemplares distintos de Victoriano del Río. Los toreó .de capa, para, con la muleta cuajarlos y matarlos de dos estocadas. Sevilla rectificó su actitud y se rindió a la evidencia con una Puerta del Príncipe multitudinaria. No así cierto sector de prensa que, una vez cantadas las virtudes de entrega y amor propio, le cuestionan la oreja del primero (que es potestad del público y la pidió , casi, por unanimidad, no ya mayoría) y azuzan al presidente, el mejor de La Maestranza, por la concesión de las dos orejas de su segundo, que le daban la llave de tan preciada puerta.


La historia no es nueva; me acuerdo, en la época gloriosa de la prensa taurina, como daban palos a El Cordobés y Palomo. Más recientemente, lo mismo con Jesulín, y, hasta hace un cuarto de hora, con Ponce y El Juli. Ahora, con el paso del tiempo, en unos más años, en otros hace nada, se les reconocen como “maestros” e, incluso, figuras de época.


Pasó, también, con Manzanares padre. Por no hacer larga la lista, y quedarnos con la anécdota, de como al gran Damaso le contaban los pases en Madrid (101,102,103…) o al Niño de la Capea los zapatillazos.


“Ladran, luego cabalgamos” es una frase que se atribuye, erróneamente, a “El quijote” y que, más bien, es dicho popular que significa “seguir adelante en su condición de máxima figura, a pesar de las críticas.




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