Si algún atisbo horroroso asemeja la política al toreo es que en ambas disciplinas uno gana y otro pierde

Oda a la política actual

|


JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO


Si algún atisbo horroroso asemeja la política al toreo es que en ambas disciplinas uno gana y otro pierde. O pueden perder unos para ganar otros. O se unen dos ganadores –o perdedores- para que su fuerza sea falso aunque efectivo triunfo. Algo parecido fue lo que hoy vivió Valencia con El Juli y López Simón: ganó la Fiesta que, unida a una plaza a reventar que volverá a venir a los toros porque quedó satisfecha, se fue plena de la emoción que los dos madrileños sellaron sobre su arena. Y pactaron un triunfo con una clara mayoría de Julián pero un importante número de escaños de Simón. Así son las nuevas políticas: el cambio, que llega en el momento perfecto para la tauromaquia, necesitó de la nueva democracia jovial para reverdecerse y apostar por un futuro en el que, juntos, sumamos más.


Un Juli con dieciocho temporadas a sus espaldas se vio sorprendido por un Simón con tres Puertas Grandes en Alcalá que vino a echarle a la cara el escupitazo por ver quién era el mejor. Correcto políticamente medicó al noble pero desclasado abreplaza, un toro al que se atrevió a imprimirle incorrección bajándole la mano a pesar de sus feos embroques. Dulcísimo, haciendo el avión y provocando al torero, que se esmeró por momentos ante un astado que no fue claro. Eso sí, puso la plaza en pie en la última tanda haciendo alarde de su capaz transmisión.


Intentó engañar democráticamente Julián al tercero, un toro que mentía descaradamente por ese pitón y a punto estuvo de atravesarle el corazón en un derrote. Fue populista y le recetó verdad, y haciendo alarde de su oratoria griega para hacer política conciliadora, se llevó a su parcela de forma políticamente incorrecta a un toro que tuvo de todo menos precisamente honradez. Una estocada en los mismos medios trasera y tendida puso fin al cuento.

Distraído salió el quinto, con el que el político pidió la justa paciencia para que no imputaran al toro antes de declarar: y lo hizo en el caballo auto-declarándose culpable para ser devuelto. No impuso corrupción un sobrero al que las lopecinas le sentaron como caricias revoltosas para que la vistosidad, que no es muy amiga del temple, mostrara a los no aficionados el pasado de un torero que ahora se enfrenta al cambio. Ese alarde de Juli fue en la contestación al jovial atrevimiento de López Simón por cambiadas de rodillas. La diana floreada fue aviso de elecciones, que llevó a efecto sin consulta real Julián con un molinete que le sirvió de colocación del garcigrande. Y le cortó la oreja de la mayoría absoluta.


Tiene el López Simón actual la falta de depuración conceptual de quien sólo lleva unos meses en la cumbre pero el hambre de quien quiere estar toda una vida en ella. No le tocó el capote ni una vez el feo segundo, que con la parsimonia de las estrellas tranquilas brindó cabizbajo al público. Naturalísimos fueron los derechazos erguidos de una primera tanda hilada con el inicio que se ganó el voto fácil del pópulo en las andanadas; hizo de la naya su bastión con el poderío de la segunda también por el mismo palo; la mayoría simple dependía de una tercera serie que comenzó entrelazando por circulares y terminó cuajando por larguísimos derechazos. Se echó al bolsillo el voto favorable del tendido alto con los largos naturales del tercer párrafo.


Tenía ya el tendido bajo con el papelito en su mano, que terminó entregándolo a la urna cuando los gañafones del animal, aun sin música, los transformó en poemas de toreo subterráneo. Por último, el estoconazo se hizo presa de la aristócrata barrera, que le otorgó su beneplácito cuando lo vio después crujirse en un desplante. Esa espada ya sí fue mayoría simple a la madurez de un López Simón que tuvo y conformó al pueblo de su mano en ese segundo.


Dio Alberto un mitin en el cuarto para arrodillarse, cargar la suerte y meter riñones incluso de hinojos. Relajó el cuerpo en la siguiente porque sabía que el pueblo ya era suyo pues le había entregado el voto de rodillas: prefirió vivir arrodillado a ser un populista en pie y reinventó ese toreo eterno también sin levantarse. Esa tanda por la diestra sintiendo el aroma de la pólvora que desde la calle de Xátiva llegaba fue clave populista para pedir el voto incluso antes de sacar el acero. No aparentaba el sexto lo que pesaba, con el que no consiguió escaño en el escrutinio final de ese cierraplaza para una tarde en la que Julián se impuso –siempre con pacto mediante-.


La política, sorna misma de la vida, mucho se parece a un cambio en el toreo que parece evidente y que, sólo ayer y hoy, reunió a orillas del Mediterráneo a veinte mil locos en busca de la sensación única que produce esta afición. Y esas decenas de miles de almas se pusieron de acuerdo para otorgar la mayoría absoluta al cambio generacional que en menos de 24 horas fue realidad material. La política y el toreo –repito, odiosa y repugnante comparación - sólo tienen en común en que están en cambio. La realidad de este 18 de marzo respetó la tesis. Y un Juli con mayoría simple requirió del pacto con Alberto para ser la mayoría absoluta que hará a las doce mil almas que hoy poblaban la plaza de Valencia que vuelvan a los toros el Día de San José.


FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Valencia. Novena de la Feria de Fallas. Corrida de toros. Casi lleno en los tendidos.

Toros de Garcigrande (primero, segundo, tercero, cuarto y cuarto bis) y Domingo Hernández (quinto y sexto), desiguales de presentación. Noble, obediente y humillado el manejable castaño primero; humillado, largo y con fijeza el negro segundo; áspero y díscolo el tercero; devuelto el cuarto por flojo; obediente, humillado y potable el cuarto bis; entregado y con clase el buen quinto; noblón y obediente sin transmisión el sexto.

Julián López "El Juli” (nazareno y oro): ovación, oreja y oreja.

Alberto López Simón (turquesa y oro): oreja, oreja y ovación.

FOTOGALERÍA: JAVIER COMOS

Sin comentarios

Escribe tu comentario




No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes. Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.