David Fandila "El Fandi” y Cayetano Rivera Ordóñez obtuvieron ovaciones y silencios.

Sólo Talavante ante la descastada corrida de Zalduendo

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MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO


David Fandila "El Fandi”, Alejandro Talavante y Cayetano Rivera Ordóñez cerraban este domingo la Feria de la Magdalena de Castellón. Un encierro de Zalduendo era el reseñado para que, a las cinco en punto de la tarde, arrancara el paseíllo en el corazón levantino.


Con mucha facilidad saludó El Fandi a su primer toro de la temporada europea, con tres largas cambiadas, verónicas y chicuelinas cuando la línea recta de la embestida le auguró la poca fuerza. Ni para un análisis dio el castigo en el caballo, pero supo avivarlo David en banderillas con sus habituales y solventes pares de correr mucho para atrás. De rodillas en el tercio firmó el inicio, con el toro por el suelo a las primeras de cambio, a pesar del mimo en el trato del granadino. Trató de avivarlo de nuevo haciendo que trotase, dando media altura y dulzura máxima a la muleta, pero no podía con el rabo la borrico de Zalduendo. De poco sirvió la paciente y honrada actitud de El Fandi, porque su cuidadoso proceder no captó la atención de un tendido carente de la emoción necesaria en una plaza de toros. Un cañón con la espada, escuchó silencio.


Vertical y sin enmendar la posición pretendió saludar Talavante la salida suelta del segundo, que le tiró una coz al penco y protestó sin fuerza en el quite fácil y muy por encima por gaoneras del extremeño. Le sacó en la muleta la movilidad atolondrada de una avispa el bichejo, que le repitió a Talavante sin clase ni humillación, pero muy seguido, sin que perdiera nunca la composición Alejandro, para el que ni fue enemigo. Tampoco cayó nunca en el error de someterlo, porque hubiese sido el genio lo que se le hubiese quedado. Solvente y metido, concluyó el pacense con bernadinas y un precioso cambio de mano antes de pinchar y enterrar después el acero hasta la gamuza. Oreja.


Repitió el tercero en las verónicas del saludo de Cayetano, genuflexo primero y vertical después, ganando el paso hasta los medios a la media humillación del toro, que estuvo mucho rato bajo el peto, aunque le pagasen poco. Sentado en el estribo firmó el inicio, de rodillas después, más vistoso que templado. Le costó encontrarle el pulso al animal, que se movió y repitió en los primeros compases con el ritmo alterado por la falta de acople. A más fue la faena cuando ajustó Cayetano el diapasón, pero ya protestaba entonces el bicho por su falta de raza. Cuando cogió la mano izquierda el torero ya era el animal un semoviente bobalicón sin una pizca de gracia. De rodillas intentó Cayetano caldear el ambiente de un tendido muy a favor. Los doblones del final, con el toro ya rendido, precedieron a un pinchazo hondo y una estocada que le valieron una ovación.


Manseó con descaro el cuarto tras la larga cambiada en el tercio con que lo recibió Fandi. Tuvieron que permitirle tomar en la puerta la primera vara, en la que derribó al caballo con facilidad. Otra recibió en el sitio, protestando mucho. Por navarras intentó el quite David, deslucido por la falta de acometidad del manso, que se puso a escarbar entre cada capotazo. Vibrante fue el tercio de banderillas, donde se movió el animal, pero se partió una pata tras el tercer par y allí se acabó la película. Lo mató el granadino para escuchar una cariñosa y comprensiva ovación.


Humilló el quinto en el capote de Talavante con poco desliz, desentendido tras cada verónica que terminó transformando el extremeño en cordobinas. En la puerta hubo de picarse, después de que le pagasen una cornada al caballo de turno. Muy suave con él Talavante, después de limarle la falta de entrega con la muleta muy en el morro, muy empujada. Ahí surgió en Alejandro vertical, desmayado en ocasiones, que ofreció distancia con buen tino y sólo se vio contrariado por la falta de fondo del Zalduendo. Muy despacio le dibujó naturales, que tomó el bicho humillado pero sin la raza suficiente como para no protestar y empujar la tela. Ya estaba exprimido el toro cuando llegaron las arrucinas, pero aún faltaba un final por manoletinas, con cambiado por la espalda, y una estocada para cortar la oreja que le faltaba y abrir la puerta grande.


El sexto fue el de más pinta de toro de un encierro sin trapío, a pesar de los kilos. También este le humilló las llegadas a Cayetano en el capote, pero se pensó cada arrancada cuando vio que aquello dolía. Abajo llegó al peto para cabecear con insistencia y sin fijeza. Estéticos fueron los doblones del inicio, aprovechando la movilidad del Zalduendo, un gran perseguidor de trapos que penalizó los destemples puntuales yéndose al suelo. Despacio trazó al natural el torero, teniendo que buscar la colocación tras cada muletazo para buscar la ligazón en el empaque que siempre intentó imprimir. Pinchó reiteradamente y escuchó silencio tras aviso.


FICHA DEL FESTEJO


Plaza de toros de Castellón. Última de la Feria de la Magdalena. Corrida de toros. Más de media plaza.

Seis toros de Zalduendo, inválido y bobalicón el desrazado primero, de atolondrada movilidad sin clase ni humillación el segundo, pasador sin gracia ni raza el tercero, se partió una pata en banderillas el mansurrón cuarto, pasador sin fondo ni raza el quinto, noble y repetidor el sexto.

David Fandila "El Fandi”, silencio y ovación.

Alejandro Talavante, oreja y oreja.

Cayetano Rivera, ovación y silencio. 

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