​El respetable irrespetado por un becerrista, torero frustrado

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PJC VERTICAL


EDITORIAL DEL PROGRAMA LA DIVISA DEL 9 DE MAYO 2022

PEDRO J. CÁCERES


El respetable irrespetado por un becerrista, torero frustrado


En el Reglamento taurino queda claro que la concesión de la primera oreja, de un toro o novillo,《se realizará por el/la presidente del espectáculo, a petición mayoritaria del público mediante la exhibición de pañuelos blancos o elementos similares》.


Convengamos, por tanto, que ese trofeo se hurta al público, el respetable, y se le falta el respeto, esté borracho de toreo (Morante y Roca Rey, cada uno en su registro) o, incluso, de gin-tonics.


Igualmente, colegimos que esa oreja, primera, es más del público que del torero (en este caso Roca Rey en la corrida del viernes en Sevilla, que, además le hubiera supuesto la Puerta del Príncipe). Es por ello, lógico, que el que ha pasado por taquilla se indigne más que el propio torero y todo termine en una bronca monumental y un bochornoso albero lleno de almohadillas. Y la pregunta es ¿quién ha provocado tal altercado?

Todo es consecuencia del protagonismo de algunos presidentes de plaza. Más aún desde que a los funcionarios policiales se les sumaron “aficionados de reconocido prestigio (eso dicen)” en los palcos.


Tal que el del día de marras. Un mediocre novillero -antaño- que no supo, pudo o quiso, ser torero (de ahí puede venir una frustración sobrevenida) y sí licenciarse brillantemente, dicen, en derecho y penar sus ilusiones de torerillo de entonces zascandileando por los organismos oficiales  políticos-administrativos-taurinos, hasta el palco de La Maestranza.

Todo en el contexto de una feria para hacer historia, no sólo por el reencuentro, tras la pandemia, sino por sus excepcionales números: la de Roca Rey hubiera sido la 5º Puerta del Príncipe y se han cortado 31 orejas, con varias faenas de 2 “pelúas” en un toro. Cuestión que algunos ven como un exceso mancillante para “el templo” y movilizar, tocando a rebato, a la brigada justiciera.


Pero ni es la primera vez en plaza de importancia ni será la última. Ahora viene San Isidro y el clásico se lo teme. Como dice el refrán “adiós, Madrid, que te quedas sin gente”. Ayer mismo, “carasustao” le mangó la oreja a Daniel Luque. La primera en la frente, en castizo.


Volviendo a  los hechos del pasado viernes en La Maestranza, según algunos comentaristas  la tarde era de borrachera. Pues ya solo faltaba que además de los 90 euros de la entrada, en los vomitorios, la guardia civil taurina sometiera al público pagano a un test de alcoholemia.


Porque no es sólo lo que se vende en los pasillos de las plazas y fuere susceptible de prohibir, en estos días la mayoría lo trae de serie, el contento, máxime si tienen un plus de embriaguez por amortizar el sufrido costo del boleto disfrutando de toreo bueno, tanto por lo civil como lo criminal; que en el arte de tauromaquia tanto monta, monta tanto.



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