Hasta el rabo todo es toro

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Recuerdo, perfectamente, una entrevista a El Juli, comentando el desarrollo triunfal que llevaba mediado el ejercicio, cuando me dijo: la temporada hay que contarla al final; cuando acaba.


El Juli ha concluido este 2014 arrollando. Tanto que la racha de resultados nada espectaculares de Perera, en este último periodo –el coincidente con el crecimiento de El Juli- suscita dudas sobre quien es la figura del año, tras leer - entre líneas- y convenir que el temporadón de Perera es inescrutable; al nivel de 2008, pero con mayor poso y madurez.


Los puñetazos en la mesa del extremeño en Madrid, Pamplona, Bilbao –principalmente- no sólo refutan la importancia de las grandes plazas, sino la condición de figura de un torero.


La remontada en la sofisticación y derechura en la ejecución de su poderoso toreo, su mayor rectitud a la hora de seguir pegando sopapos con la espada, del madrileño, a partir de Bilbao y culminada en Zaragoza (la gran cita final) le da, como balance final, a ojos y plumas de aficionados y prensa un status superior a todos.


Sin duda son los dos grandes triunfadores a año taurino vencido en el que junto a ellos partían con la escarapela de figuras imprescindibles, o necesarias, para cualquier feria, Morante, Talavante y Manzanares (el maestro Ponce es otra historia, es una época completa del toreo); el G5, que el propio decantar del desarrollo de la misma se ha encargado de dinamitar.


Y es en Manzanares donde quiero poner el énfasis sobre las circunstancias del porqué un excelente año pasa desapercibido y para nada, nadie, intenta compararlo, para evaluación, con el de Juli; menos con el de Perera.


Tanto así que su comunicación ha tenido que salir al paso del ninguneo para aclarar e informar de sus datos que en plazas de 1ª son espectaculares y haciendo el porcentaje de orejas entre toros matados le da mayor nivel que ninguno; lo mismo en faenas de 2 orejas a un toro y en salidas en hombros. Similar situación se produce en la estadística de plazas de 2ª.


¿Qué ha ocurrido? Confluyen dos circunstancias.


A.- Una comunicación excesivamente sofisticada cara a un público poco taurino buscando no se sabe bien qué mercado y qué prestigio como torero y no compatibilizarlo con una mayor y mejor venta de sus triunfos (rotundos y contundentes) cara a la afición, prensa especializada y, por extensión, al sector profesional.


B.- Una temporada exitosa, pero basada en Fallas y Francia, pasando por Madrid y Bilbao dejando dudas y las ausencias de Sevilla (para él la más importante donde cimentar su leyenda de gran figura), Pamplona, Valencia (julio) y sobre todo no redondear (por no compareciente) en una Zaragoza que ha vuelto a recuperar su prestigio y su peso, hacen que la lectura de su gran temporada exijan lentes de precisión y voluntad de escrutinio, amén de estadísticas cocinadas.


Resumiendo: los altibajos en presencia de su temporada española y principalmente al final del ciclo, momento más cercano –y fácil para la memoria- de hacer balance puede ser la causa entre pasar u olvidar.


Dice el refrán taurino hasta el rabo todo es toro; y Josemari, cierto es que se ha podido comer el solomillo de los datos pero ha faltado el chuletón de los éxitos en las grandes citas españolas y se ha dejado el rabo de pisar plazas de responsabilidad desde bastante antes de la penca.


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