César Rincón: "Las lecciones de vida que te daba Don Pablo todos los días, hoy, para mí, son la Biblia"

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"Yo todavía no había toreado con caballos y entonces cuando yo llego a España, en el año 1981, esa imagen me quedó a mí grabada, porque la primera persona que tengo contacto taurino en ese año es con don Pablo, con la familia Lozano. Tinín era otro personaje que le hacía agradable la vida a uno. Yo le sentía muy muy castizo. Yo sinceramente creo que la tauromaquia en Colombia, si pasa el año en blanco, puede ser el fin".


Ya hemos escrito, en nuestro editorial, la semblanza de don Pablo Lozano. Lo ha sido todo matador de toros, ganadero y, junto con sus hermanos, empresario de la plaza de toros de Las Ventas, pero sobre todo una muy buena persona, amante del toro y descubridor de toreros. Le daba igual que fuera un novillero que sabía que no iba a dejar comisiones, como dirigir, brillantemente, las carreras de multitud de figuras del toreo.

Uno de ellos es el maestro César Rincón César. Buenas noches.


Buenas noches, Pedro Javier.


Es lamentable que se nos vayan yendo estos referentes de toda la vida, históricos de la tauromaquia.


Así es, es triste, entra nostalgia y yo no sabría poner un calificativo porque son los pilares más importantes de nuestra tauromaquia en los cuales se han basado y hemos aprendido muchísimo de ellos. Y para mi gusto, don Pablo, desde que yo llegué a España, fue mi punto de referencia o el modelo a seguir.


Fueron dos fases, pero el cariño siempre estuvo presente entre César Rincón y la familia Lozano -sobre todo con don Pablo-. Me refería yo, antes, a esa inquietud por descubrir toreros, porque en tu primera etapa él -a través de Pedro Domingo- no tuvo ningún prejuicio en echarte una mano, traerte a España y ayudarte siendo apenas un novillero


Sí, sí, bueno, novillero a la vista, porque yo todavía no había toreado con caballos y entonces cuando yo llego a España, en el año 1981, esa imagen me quedó a mí grabada, porque la primera persona que tengo yo contacto taurino, aquí en España, en ese año, es con don Pablo, con la familia Lozano.

Lógicamente hablo de la familia Lozano, Luis Manuel, Fernando Lozano, la señora Mari- que en paz descanse- y don Pablo.

Y el ir nosotros, desde aquí de Madrid, a Alcurrucén, donde tenían ellos su base, donde tenían su ganadería y donde sale ese nombre tan bonito de esa ganadería que se llama Alcurrucén.. Entonces, pues, para mí, el empezar allí, vivir en la finca, el compartir tantas cosas lindas de una linda familia fue muy motivador para mí y el entrenar día a día y escucharlo y el que nos llevara al límite, eso ya era bastante bonito y hoy en día, uno lo extraña y son cosas que a esas edades te dejan una huella imborrable en los momentos que absorbes todo y que una persona como él, que, además en mi ignorancia, no sabía exactamente lo que representaba don Pablo en aquel momento.

Cuando yo llego a España, aquí a España en el año 1981, sé que existe este señor don Pablo, pero ¿Quién es D. Pablo? y empecé a saber la magnitud de é, de aficionado fundamentalmente.


Luego llega esa travesía del desierto de diez años, hasta que en el año 91 das un toque de atención un 28 de abril en la confirmación de Raúl Zorita, un día que también emerge Enrique Ponce; y luego viene Valencia y luego viene la corrida famosa el año 91 abres la PG, para luego, en ese año, otras 3 veces más. Y ya, al cabo del tiempo, consolidado como figura del toreo te dirigen de una manera ejemplar


Yo creo que sí.

Yo creo que si uno se da cuenta de la historia (y aunque ellos no me apoderaban en el año 1991 que era mi amigo Luis Álvarez, quien me apoyó en esa época, pero sestaban ellos ahí) fueron ellos los que dieron un toque de atención en aquel momento. “César Rincón tiene que estar aquí, en la Feria de San Isidro, y apostaban por mí también.

Ya saben que, normalmente, el apoderado es el que te va, pero alguien tiene que -cuando sí llama a la puerta-, abrirla y esa la abrieron los Lozano.

Y esa época de los años 90 para mí fue clave en mi carrera taurina y más adelante vuelvo a la casa de ellos, donde -digo yo

 que yo nací aquí en España-, volvieron a abrirme sus puertas igual que cuando yo era niño y regresé a esa casa y, para mi gusto, su gestión fue brillante.

Y sobre todo lo que quiero resaltar, Pedro Javier, es que D. Pablo Lozano me acompañaba en todo momento, en muchísimos sitios; seguramente Luis Manuel y Pablito (lo digo con todo cariño) Pablito Junior me acompañaron mucho, pero cuando iba a D. Pablo era una algo celestial, y uno mismo tenía un compromiso grande, porque cuando a uno lo acompañaba él uno decía “que llega el papá y aquí hay que atarse los machos


Él tenía un axioma que se ha hecho ley y que es una auténtica realidad, incluso en tus principios, siendo un crío todavía sin debutar con caballos. ¿Cuántas veces te inculcó eso de que el temple es el que da fuerza al toro que no tiene y se la quita al demasiado agresivo?


Pues muchas veces.

Es que realmente las lecciones de vida que te daba él, todos los días, hoy, para mí, son la Biblia.

Era eso, tu templa y la muleta adelante y, siempre, el toque, de arriba a abajo. Y era así.

Hace pocos días estuvimos en un tentadero, en la finca El Torreón, en mi casa, con Paco Ureña y él comentaba que, a veces, los toques los pegan un poco hacia afuera y él decía que es de arriba hacia abajo para no desplazar al animal.

Es increíble porque uno lo repite y repite, lo repite, pero uno tiene que saber exactamente por qué se dice, que es donde uno se da cuenta de que cuando los toques eran como él lo decía el animal iba de una forma diferente.  A mí, eso es algo maravilloso que aprendí de él.

Y bueno, la verdad es que me da una nostalgia tremenda cada vez que hablo de él, me da angustia.


Nos pasa igual a todos los que le conocimos en profundidad y tuvimos larguísimas horas de charla, pero ¿como

ganadero, pese a ser encastes distintos, también, siempre estuvo ahí contigo? Supongo que sí.


Sí, siempre, siempre estuvo. No teníamos, el mismo “feeling”, digamos, en lo que los encastes de la ganadería Núñez y Domecq mantenían, pero, sin embargo, todos los años veníamos a la ganadería y salíamos a comer y él me decía que tenía un punto muy bueno la ganadería.

Como le digo, Pedro Javier, hace poquitos días, antes de su muerte, estuvimos en la casa y me dijo “

tienes una ganadería muy buena y con un punto de toreabilidad y, sobre todo, de bravura y de fijeza que me gusta mucho.

Mire, yo creo que lo que hay que valorar, indudablemente Pedro Javier, es que a él le cabía muchos toros en la cabeza. Es indudable que no solamente en la plaza, sino también en el campo, y en el tentadero

Yo creo que era la persona en la cual uno debería aplicar esas historias y esas enseñanzas día tras día y todas transmitirlas, eso es básico.


También en el día de hoy queríamos tener un recuerdo para Tinín. No sé si lo conociste mucho, poco o nada.

Mucho


Otro personaje


Otro personaje y, sobre todo, que tenía siempre en los momentos difíciles hacerlos agradables. Siempre tenía un detallito. Yo le sentía muy castizo que hacía muy agradable la conversación y estuvimos mucho tiempo con él. Y una vez que yo tengo contacto con la tauromaquia aquí, pues él también tuvo mucho contacto en muchísimas facetas de la tauromaquia también y en su última época, con la casa Matilla, yo también tuve la suerte de estar con él en muchos sitios. En Colombia también, porque él se iba a Colombia a darle vuelta a las ganaderías y conversamos mucho y realmente el trato con él era en sí.


Bueno, pues la vida sigue. Por lo demás, ¿Todo bien César?


Bien, bien, gracias a Dios y deseando que este año tremendo ya pase porque es uno de los años que uno quisiera olvidar y que nunca, que nunca, lo hubiéramos querido ver. Ha sido el año más duro que he visto en toda mi vida.

Y no solo para el toro, en la vida, que está arrastrando a cantidad de familias que está dejando desoladas y provocando muchas amarguras.

En lo que me toca es duro porque ahí, en las ganaderías no solamente se va el esfuerzo de un hombre, sino también se va una genética que es irreparable.


Y en Colombia no está la cosa mejor.


No, ¡no! Muy duro, muy difícil. Aquí, por lo menos, se han dado algo de espectáculos, seguramente pocos, pero veo que lo de Colombia va a ser algo arrasador.

O sea que, si no se da nada en Colombia este año, me preocupa muchísimo el futuro, porque allí no hay tanta afición como uno creería. Y ha ido disminuyendo.

Y a mí me preocupa muchísimo que no vayamos a dar ningún espectáculo.

Yo escuchaba hace pocos días a don José Luis Lozano decir que había que recuperar los pueblos, que había que ir a los pueblos, pues, seguramente, es donde tendremos que ir poco a poco y volver a conquistar los pueblos para llegar otra vez al asalto de las capitales. Si no hacemos eso, yo, sinceramente, creo que la tauromaquia en Colombia puede desaparecer.


César, maestro, te agradezco muchísimo estas palabras, esta entrevista, hoy aquí con nosotros, con la gente de La Divisa. Muchísimas gracias, buenas noches y a cuidarse.



Gracias, Pedro Javier. Un abrazo a todos y muchas gracias por recordar a Pablo lozano que, como le dije antes, nos deja una huella imborrable.



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