​No es de Ronda y sí : “Se llama Cayetano”

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EDITORIAL. PROGRAMA LA DIVISA DEL 23 DE SEPTIEMBRE,2019

PEDRO J. CÁCERES


No es de Ronda y sí : “Se llama Cayetano”


“Es de Ronda y se llama Cayetano” La autoría de ese titular, pues de un titular de una crónica taurina se trata, es de Gregorio Corrochano, y se publicó en ABC en 1925.

Hacia referencia a la presentación en Madrid de Cayetano Ordóñez Aguilera (Niño de la Palma).


Gregorio Corrochano dejó constancia con este titular de las maneras de aquel Niño de la Palma que abría la dinastía torera de los Ordóñez.


Más que un titular es frase icónica y con ella jugamos para cimentar este editorial sobre la evolución y cenit de Cayetano, bisnieto del susodicho, cuyo último episodio triunfal fue el pasado sábado en Logroño.


No tuvo una infancia fácil, al igual que su hermano (pese a que las “face news” se encarguen de distorsionar la realidad) y su adolescencia y parte de su juventud las vivió como hermano menor de un triunfador : Francisco. Hasta que, con 28 años ,sintió la llamada de los “genes” y decidió ser torero debutando con caballos en Ronda.


Esa fase de novillero, muy cuidado -se ha demostrado que no le hacía falta, como sus inicios, hasta su primera etapa de matador de toros-  tuvo que lidiar con los astados y con una prensa, taurina y rosa, o rosataurina, que no perdonaban (más que de donde venía) a donde iba con su porte, su corte apolíneo y sus incursiones en la publicidad, las pasarelas, y las revistas del corazón.


Idas y venidas, temporadas con picos y valles hasta la retirada. Y llegó la reaparición, casi con el mismo texto y contexto.


La confusión sobre su tauromaquia no era precisamente un activo en su carrera.

Los partidarios, nostálgicos del papanatismo, reivindicaban en su toreo a Antonio Ordóñez (el abuelo); incluso alguno se atrevía a parangonarle a su mentor Curro Vázquez.

Todos ellos, despreciando la impecable carrera -por más de una década- de su hermano Francisco y el compendio taurómaco de sus ancestros más directos: su padre y su tío abuelo Luis Miguel, que -cosas de los taurinos “pata negra” –obviaban, en favor del abuelo Antonio, sin reparar que tanto Paquirri como Luis Miguel, fueron tan figuras, en sus épocas, como Ordóñez.


Cayetano, con 42 años, ha ido madurando desde su reaparición a base de triunfos legítimos y hostias como puños de boxeador cargando con tópicos y sambenitos.

Hizo oídos sordos de la escoria hepática” y también de los “leotarderos ordoñistas para escrutar en sus genes y buscar los más próximos, los de su padre.


Venía avisando, pero fue este 2019 en Pamplona donde Cayetano se reencarnó en Paquirri puro y duro (naturalmente con toques y aromas de su amplia genética taurina, una bendición) y desde ahí a ser uno de los grandes toreros de esta temporada que culminó el pasado sábado en Logroño.


Y ¿porqué la importancia de culminar en Logroño un ciclo meteórico?

Pues, miren: por lo que significa Logroño, su toro (de dos varas) su rigor presidencial y su exigente afición.

Sirva un dato para finalizar: es la única plaza en el mundo en el que la máxima figura de esta época ,que dura 30 años,  y posiblemente de todas las épocas, Enrique Ponce, no tiene la foto de su salida por la PG.


Les vale, pues eso. No es de Ronda, pero sí, se llama Cayetano.

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