Tauromaquia invertebrada : novilladas

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EDITORIAL DEL PROGRAMA LA DIVISA DEL 22 DE JULIO,2019

PEDRO J. CÁCERES


Tauromaquia invertebrada : novilladas


Interesante, por crítica y bien escrita, la columna -con la que esta mañana nos hemos desayunado- publicada en El Mundo y firmada por Vicente Zabala en la subsección toros dentro de la pestaña cultura.

Se basa en un informe de Taurología por el cual en todo el mes de agosto y los primeros de septiembre están programadas 7 novilladas de un total de 16 ferias y 83 festejos.


Cierto que en estos días, en las 3 grandes plazas de 1ª se están celebrando novilladas con y sin caballos : Madrid, Sevilla, Valencia que hacen un esfuerzo por avivar la cantera pero que apenas arroja resultados de triunfos incontestables que nos instale en el optimismo respecto del futuro, quizá porque a estos grandes compromisos la mayoría llega sin la preparación adecuada para asumir esos retos y se queman cartuchos.


Los árboles no dejan ver el bosque y todo se reduce a denunciar que no se dan novilladas, incluso que están a punto de desaparecer, puede ser.


Sin embargo hay situaciones como en Las Ventas cuya programación novilleril está desmesurada en detrimento de corridas de promoción para sacar nuevos valores, ya de matadores de toros, rescatar del olvido a los que se lo ganan en el ruedo, o escrutar el escalafón del que se vive ( o malvive) de ello, y es el objetivo final de los novilleros, ser matadores de toros (repito).

Y, es verdad, que cuando llega septiembre se amontonan ferias de novilladas de prestigio en las que Villaseca de la Sagra está a la cabeza pasando por la clásica de Arnedo, las de Arganda, Algemesí, Calasparra, etc. Todo en unas pocas fechas y con novilleros anunciados, en muchos casos, que no responden a un mínimo currículo…dejémoslo ahí.


Luego novilladas hay, quizá insuficientes, o demasiados los llamados para luego ser pocos o ninguno los elegidos.

El problema de fondo que se deduce del informe citado es la invertebración de la programación novilleril y el abandono que el sector hace de los pueblos, todo el año, pero que en el período julio-agosto son multitud los que celebran sus fiestas patronales.

Y estos pueblos no dan novilladas por su carácter deficitario, una vez que la situación socio-económica actual aconseja a los municipios a no subvencionar festejos taurinos.


Unos costes, entre salarios y cotizaciones, absurdos, por cuanto en esta tauromaquia moderna, de mínimos en los primeros tercios, se sigue contemplado cuadrillas del siglo pasado en cuanto a número de integrantes.

Pero ese es un tema tabú del que no asume su responsabilidad el sector ni sus instituciones afanado tan sólo en reclamar al “maestro armero”, que ni está ni se le espera.


Y así, está esto.

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