Deslucido encierro y orejas para el valor de Roca Rey y el adiós maestrante de Padilla

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TEXTO: EMILIO TRIGO / FOTOGALERÍA: SARA DE LA FUENTE


La despedida de Juan José Padilla estuvo marcada por el nulo juego de los toros debido a una escandalosa mansedumbre. Con todo, los toreros pusieron mucho más de las embestidas que recibieron y así pasó una tarde sin pena ni gloria en el ruedo maestrante. Sin duda la entrega de Padilla que buscó el triunfo fiel a su personalidad y la arrolladora puesta en escena de Roca Rey fueron los puntos álgidos de una tarde mala de ganado. Padilla se fue de Sevilla con el corazón de diez mil almas en su pecho y el respeto de toda la ciudad. Roca no se dejó nada dentro y arrancó un apéndice de enorme mérito a un sobrero que nadie apostaría por él. Pero Roca es mucho Rey. Por su parte, Morante quiso siempre y regaló momentos de mucha enjundia donde la torería rebosó en el albero. El hecho histórico de la despedida de Juan José Padilla superó a una tarde muy aciaga.


‘Sosito’ abrió la tarde. Un toro que salió abanto en el primer tercio y que fue reticente a acudir al capote que ofrecía el jerezano. Una vez metido en el percal, Padilla le soltó algunas verónicas con suavidad sin exigencias pero con compostura. El de Olga Jiménez seguía mientras tanto demostrando su falta de colaboración con un comportamiento remiso. No quería caballo ni embestir a los engaños. Cumbre estuvo en la lidia Daniel Duarte llevándolo siempre con despaciosidad capotera. Brindó El Ciclón a una parroquia que rebosaba los tendidos. Por desgracia ‘Sosito’ hizo honor a su nombre sin querer ir para adelante y además se mostró manso en todo momento. Padilla tiró de pundonor y atisbó una serie con sabor pero fue un espejismo entre tanto desierto de bravura. Estocada arriba. Silencio y pitos al toro.


‘Frangeado’ de Olga Jiménez saltó en segundo lugar. A este, Morante le endosó varias verónicas de muñecas rotas. De esas que no terminan nunca y que detienen el tiempo. Morante lo cuidó en el caballo y para meterlo debajo del peto le imprimió mucha torería. Gustaron los detalles aislados del cigarrero. El quite de Roca Rey por chicuelinas tan ajustado como inteligente, ofreciendo los terrenos propicios para ahormar un gran pasaje. José Antonio, observó como el primero de su lote se venía arriba en banderillas pero su gasolina duró un suspiro. Ese mismo sentimiento es lo que aguantó el astado en manos de un dispuesto Morante. El deslucido no ofreció ritmo en la pañosa del sevillano que estuvo con mucha ilusión y ganas por cimentar una bella obra aunque todo quedó en pinceladas de enjundia. Lo mejor vino a cuenta gotas con la diestra y alguno por bajo de verdadero cartel. Silencio.


‘Clandestino’ de Peña de Francia fue el tercero de la tarde. Un toro de hechuras ‘sevillanas’ que era un ‘dige’ de bonito. Roca salió pronto a lucirse con la capa pero tras el primer tanteo se le coló por el derecho con muy malas intenciones. El recibo quedó en un intento nada más. La suerte fe varas casi inexistente y mientras durante la lidia el toro se venía cruzado a los engaños de su lidiador. Roca que iba a por todas lo brindó en los medios y se plantó de rodillas más allá del tercio. La firme apuesta del hispano-peruano transcurrió en segundos, justo lo que fueron dos cambiados por la espalda y punto. Ahí, el toro sacó su condición de rajado marchándose a chiqueros con tan mala fortuna de romperse el codillo. Nada que hacer salvo estoquearlo en los mismos terrenos por donde salió. Silencio.


‘Veraneante’ cerraba el lote de Padilla. Toro que mostró muchas dificultades en la embestida con permanentes coladas por el derecho. El antagonista hizo cosas raras con la vista como para quitar del medio al jerezano pero ‘El Ciclón’ no se arredró en ningún momento. Tras brindar a sus doctores se puso a imponer el mando sin concesiones de ningún tipo. Padilla cimentó una faena donde tragó mucha saliva y tiró de bragueta. Esa que le ha hecho conseguir todo en el toreo y llegar a la vitola de héroe del pueblo. Una sociedad que estaba deseando ver a su torero enjaretar un quehacer lleno de prestancia. Sin embargo, su capacidad y firmeza prevaleció en una labor de muchos enteros y más para de profesionales. Padilla le cogió la zurda para rendir su particular homenaje a los toreros Vázquez, los de San Bernardo. Por ese pitón viajó la muleta con exigente hondura y trazo largo. A derechas, se tragó las miradas que olían a cloroformo enjaretando tandas ligadas abrochas con gallardía y desplantes. Tuvo paciencia para consentir y para construir haciéndose el dueño de su oponente. Mientras la banda también rendía su homenaje al jerezano atacando el pasodoble desde el mismo inicio de trasteo. Estocada y oreja.


‘Aparejador’ de Hnos. García Jiménez, fue el quinto, segundo de Morante. Nuevamente el sevillano interpretó el toreo de capa en toda su expresión. Suavidad, compostura, temple y belleza. Verónicas tan bellas como las amapolas en los campos de trigos. Morante se rompió envolviendo a la Maestranza en un entusiasmo de poco tiempo. Todo se le hizo a favor para que embistiera pero dentro de los 542 kg no había nada dentro. Toro exento de bravura que se quería ir por la calle Adriano. José Antonio lo intentó una y mil veces con toda la ilusión del mundo pero aquello el espectáculo era indigno de tan Real marco. Algún detalle de esos que dejan el alma en el muletazo y encogen los sentidos. Ovación al esfuerzo.


FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Segunda de la feria de San Miguel. Corrida de toros. Lleno de No Hay Billetes.

Seis toros de Hnos. García Jiménez.

Juan José Padilla, silencio y oreja.

Morante de la Puebla, silencio y ovación.

Roca Rey, silencio y oreja

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