“Rumbero” era el negro salpicado cuarto, un animal aplaudido de salida, un toro con menos chispa que el animal del lote anterior que Enrique Ponce. Dos velas lucía en todo lo alto el de Domingo Hernández, que fue protestado mientras Palomares ejecutaba un efectivo tercio de varas. Lidió Mariano de la Viña a un animal que tenía inercia de entrar largo, pero no tenía una buena ni bonita salida del capote. Hizo ademán de humillar en los primeros compases del trasteo de Ponce, que le dio medicina lidiadora a su embestida bruta en el prólogo del trasteo. Hizo a base de tesón que se los tragara el toro aprovechando la inercia de la media arrancada del animal. Madrid de su mano. Trincherillas de auténtico lujo dejó en el final del trasteo, pinchando al animal a la hora de la suerte suprema, matando a la segunda y apuntillando certero Jaime Padilla. Oreja.
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