Perera : ¿Que he hecho yo para merecer esto?

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EDITORIAL PROGRAMA LA DIVISA DEL 11 DE FEBRERO DE 2019


PEDRO J. CÁCERES



¿Qué he hecho yo para merecer esto?


Como todos sabemos ¿Qué he hecho yo para merecer esto? es una película española de 1984 escrita y dirigida por Pedro Almodóvar .

La protagonista es una «heroína cotidiana» (Gloria) a través de la cual Almodóvar realiza «un retrato de la feminidad de extrarradio con un ama de casa que quiere estructurar su familia”.

Carmen Maura encarna a una sufrida ama de casa que debe convivir, en un barrio de los suburbios de Madrid, con una situación familiar muy hostil incomprensible ante la grandeza humana de la protagonista que no regatea generosidad y esfuerzos para tener una vida normal.


Traslademos este argumento a la actualidad taurina. Salen los carteles de las primeras ferias y nadie repara en la ausencia de Miguel Ángel Perera de Fallas, en Valencia, y (¡pásmense!) en Olivenza.


A nadie se le oculta la constante lucha de sangre, mucha sangre, sudor (sobre todo del frío que producen las continuas injusticias) y ni una lágrima, enjugadas por su orgullo como hombre y torero, que le han llevado a ser proclamado a lo largo de su carrera como triunfador , contumaz, por todas las plazas y ferias que ha pasado, Valencia incluida, y varias veces.

Quizá, por pensar bien, su ausencia de Fallas pudiera tener alguna explicación como desacuerdo de negociación, en dinero, cartel, ganadería o fechas penando que el cambio de administración del torero sería más flexible y acomodaticio al sistema.


Pero, salta de ojo lo de Olivenza.

No como torero extremeño, que por cierto fue el primer valor con vitola de figura que empezó a dar lustre al toreo extremeño paseando su región por todo el orbe, mundo, taurino –luego surgirían los Talavante, Garrido, Marín, se añadiría Ferrera…etc. No como torero regional, repito, sino como embajador universal de la tauromaquia pacense y extremeña.


Su lucha, legítima, por su independencia, por ser él y sus circunstancias, por revolverse ante los ninguneos, el ir por libre y su fidelidad a un carácter convencido de sus principios como torero y como hombre de Fernando Cepeda, quizá le haya situado en un terreno hostil donde el compadreo en las cloacas de los despachos son carta de naturaleza.


Su trayectoria con la espada y la muleta no se circunscribe a la honradez de darlo todo, todas las tardes, sino a su quietud, temple y valor y su concepto perfeccionista del arte de torear.


Sus últimas temporadas, 17 y 18, son de triunfo en triunfo, contumaz, sobre todo en las segundas partes de las temporadas, superando cada tarde que se escribieran con letra pequeña, más mezquina que pequeña, en la crónica taurina.


Los toreros son gente de bien y no se esperan reproches a sus ausencias ni mucho menos al grado de desesperación de Gloria, en la película de Almodóvar ,matando al machista marido con la pata de un jamón.

Pero sí le faculta para preguntarse ¿qué he hecho yo par merecer esto?


Yo no soy Perera y también lo pregunto…a quien corresponda. ¿Hay alguien ahí?

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