El Juli se cruje al natural sin premio y Roca Rey se entrega

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TEXTO: EMILIO TRIGO / FOTOS: SARA DE LA FUENTE

“Cartel de no hay billetes en Sevilla” para unos de los días de más postín de la semana. La Maestranza, conocedora de la importancia del regreso de El Juli tras el enorme actuación del pasado lunes, tributo una sonora ovación al diestro madrileño. Cariñoso saludo de Sevilla a un maestro de Maestros, que cada vez hace más grande su historia. Quiso Julián compartirla con sus dos compañeros pero ambos decidieron que el protagonista era el de Velilla de San Antonio.


El primero de Jandilla salió con muchos pies y con transmisión en las primeras embestidas al capote. Toro bien echo, bajo y torero de cara que rebañó el percal de Ferrera en los compases iniciales. Hasta ahí tuvo un tranco muy generoso, sin embargo, tras sacarlo hacia la raya del tercio comenzó a perder las manos de una forma muy visible. El abreplaza pareció haberse lastimado puesto que su galope inicial nada hacía presagiar su preocupante blandura. Ferrera ante semejante animal supo dosificar una suerte de varas sin nada de castigo, sólo cumplimentando el oportuno tercio. Se estrelló literalmente Antonio Ferrera ante un astado que no colaboró y al que hubo que cuidar en todo momento. Exento de fortaleza y mermado nunca pudo bajarle la mano aunque es cierto que el oponente tenía nobleza y mucha humillación. Pinchazo y estocada. Silencio.

El segundo de la tarde fue otro prototipo de la casa ganadera. Astado muy bien tipazo gordo, con grandes pechos, amplia badana pero luciendo una morfología muy compacta con su volumen. A este primero del lote de Julián, lo recibió por verónicas bajando demasiado la mano ganando terreno y momento molestado por el viento. Hubo estética pero no se caldeó el ambiente más de lo que ya estaba de inicio. Julián realizó su quite tras la primera parada en el caballo y dejó una media de verdadero sueño. Cante grande con el capote de Julián. Lo bueno vino después cuando el peruano ROCA Rey realizó un variado quite, capaz como el solo, en el centro del ruedo y poniendo sobre el albero su gran firmeza. Tras una pequeña duda, por no apretar mucho al toro, Julián replicó con la raza del corazón y se lo pasó cámara de la lenta. La chicuelina cambiado el viaje a última tuvo el cimiento de un valor estratosférico. Ya había conseguido poner a hervir la plaza. Tremendo. Brindó al respetable con toda la Maestranza metida en la montera. Faenón de Julián ante un toro que tenía sus cositas, al que hubo que consentirle mucho, amasarlo, tragarle y después lo muleteó cómo nadie es capaz. El astado resultó gazapón, andarín pero con un extraordinario pintón izquierdo. Por ese lado, Construyó prácticamente todo su quehacer en los medios donde surgió el cadencioso natural, siempre atrás de la cadera, al ralentí y con la verticalidad en el cuerpo. Julián cambió de mano bajando la intensidad de la ahornada embestida de segundo. Cuando llegó el epílogo, otra vez la izquierda para apretar hasta el infinito por abajo a su colaborador antagonista. Le sacó mas fondo como para un plan de pensiones.

Roca se fue a la portagayola para recibir al tercero de la tarde, otro buen astado en cuanto a su presentación. Andrés construyó un saludo muy variado intercalando chicuelinas verónicas y largas cambiadas. Emoción y transmisión en este primer tercio. Cumplió en varas el Jandilla. El peruano seguía apostando por cruzar la raya. Esa que limita a los mortales de la heroicidad que atesora Roca. Toreo ambicioso e imprevisible y sorpresivo. El Jandilla embistió con fuelle en la lidia, llegando al último tercio con mucho chispa y viveza. Rey seguido de rodillas para muletear de inicio a su oponente, nada de probaturas, y cuando nadie se lo esperaba se lo sopló por la espalda cambiando el viaje, tanto fue el factor sorpresa que ni Sevilla supo reaccionar ante tanta exposición. Hubo testosteronas a rabiar. La faena de Andrés tuvo muchos picos siempre en el límite en esa raya que le diferencia del resto de los demás, pero tal vez, la estructura no fue demasiado homogénea ante un toro que perdido fuelle y transmisión. Superior Roca en variedad y disposición que cimentó faces de mucho peso por ambos pitones. Lastima que su toro se fue apagado. Estocada y gran ovación

El cuarto también se desfondo. Otro viene hecho, fino de cabos, pero demostrando estar justo de poder. Ante él, Ferrera, pasajeó con el capote recordando tiempos pasados, tauromaquias antiguas, esas que ha ido dominando en su interior y sacando al exterior. El extremeño que sigue en su línea de no poner banderillas fue todo corazón y oficio para sacar partido de donde no hay fondo. Tragó tela en un arrimón de esos que te aceleran el pulso y que sirven para el propio torero. Profesional donde los haya y para profesionales su quehacer al deslucido segundo del lote. Silencio.

Recibió Julián al quinto con personalidad capotera pero a pesar de su sello aquello quedó plano. Este apuntó bravura en el caballo, empujando y yendo de largo. Esos buenos presagios continuaron en la brega pero se tornaron en brusquedad. Astado que también se vino a menos echando el freno y negándose a embestir. Un tanteo corto con la muleta y poco más. Silencio.

El cierraplaza fue un calco de sus hermanos en los primeros tercios y en la brega. Ímpetus inicial y pérdida de fuelle durante el transcurso de su lídia. Roca se fajó en un largo quite donde se expresó con suma personalidad.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Undécima de abono. Corrida de toros. Lleno de no hay billetes.

Seis toros de Jandila.

Antonio Ferrera, silencio y silencio.

El Juli, vuelta al ruedo y silencio.

Roca Rey, ovación y palmas. 

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