Sergio Flores vuelve a tocar pelo en Insurgentes

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MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ

Tenía lugar en la noche de este domingo un nuevo capítulo de la Temporada Grande en la Monumental plaza de toros México. En el cartel, y con un encierro de Xajay como materia prima ganadera, Sebastián Castella, Sergio Flores, Ginés Marín y Luis David Adame.

Al bajo primero, cárdeno claro y de bella estampa, le subió el trapió con respecto a la semana anterior, casi en la misma proporción en que descendió la gente en los tendidos para ver a Castella, que anduvo inteligente en el saludo, dando espacio al animal y respetando sus tiempos antes de lancearlo con los brazos un poco rígidos para interpretar el toreo. Mucha quietud pretendió tener el inicio del galo, que necistó dos tandas fáciles y suaves con la derecha para alcanzar el grado sumo del toreo al natural. Por abajo y con máximo ritmo embistió el cárdeno, que tuvo celo y clase hasta que se aburrió, pero incluso en la zona de chiqueros embistió después, en un final de faena de Sebastián que tuvo más asiento y menos brusquedad que de costumbre. Se excedió en el metraje en una faena que tuvo momentos de tremenda profundidad y otros menos logrados y que cosechó silencio después de un pinchazo y una estocada baja.

Bastante menos en caja y perfil era el segundo, que también llevaba el hierro de Villar del Águila, pero no tuvo ni el ritmo, ni la clase ni el celo del anterior en el saludo a la verónica que dejó con solvencia Sergio Flores, pero sin brillo. Le faltaron recorrido y celo en el inicio de doblones con la muleta de un Flores que siempre anduvo por encima de un animal que jamás propició el triunfo. Por eso no le quedó otra que ofrecer un toreo de castigo, de lidia por abajo y buscando los costados del manso ya que no se podía llegar a las orejas. Dejó una estocada entera y escuchó silencio.

El español Ginés Marín no entró en la corrida con buen pie, porque el tercero de la tarde se lastimó una pata y tuvo que ser devuelto. El sobrero, de Xajay, fue un toro de cabo fino, mano alta y montado ademán que esperó, midió y probó en cada arrancada al capote de Ginés Marín. Áspero y hasta violento en ocasiones resultó ser el toro, que se movió, sí, pero siempre a la defensiva, haciendo que se emplease Ginés con toda su sapiencia. Y lo hizo ofreciendo siempre la muleta para coser el morro, alargando brazo sin quitarla del morro y tirando de técnica para lidiar al bronco animal. Pinchó, además, en la suerte suprema, y tuvo que escuchar un silencio.

Tampoco el cárdeno claro que hizo cuarto se entregó en el percal de Luis David Adame, que abusó del reunido y bien hecho animal de Xajay en verónicas mejor intencionadas que brillantes. Faena de mucha intención, iniciada con cambiados de mucha quietud, buscando siempre el de Aguascalientes dejar clara su disposición y su afán de triunfo. Bien en la ligazón el mexicano, no tanto en el temple como en el acompañamiento, pero con inteligencia para aprovechar las medias virtudes del de Xajay. Buena técnica la de Luis David, que supo dejar un par de naturales sueltos de mucha expresión y llenar siempre el escenario para llegar al tendido. Con manoletinas concluyó Luis David, y con un espadazo en buen sitio que dejó su premio en ovación.

Haberse topado con el toro más serio de la corrida provocó también que se las viera Castella con el toro más pobre de cara, que salió en quinto lugar con su musculada caja, su lomo recto y su movilidad en las tafalleras con las que quitó Sebastián, tras no haber podido lucir con el percal en el saludo capotero. Fue emotivo y fue fulgurante el inicio de faena de Castella, muy suyo, con pébdulos y pases de pecho en el mismo centro de la plaza, citando en la largura al de Xajay sin mover las plantas de los pies. El tendido ya era suyo, pero era muy complicado mantener la intensidad en el trasteo de templado toreo fundamental. Valor y entrega puso en juego Sebastián, que se pasó al noble animal por delante y or detrás, quedándose en el final muy cerca de los pitones en una labor muy comprometida en la que, sin embargo, se echó de menos algo más de rotundidad en algunos pasajes. Pinchó en un primer encuentro y la estocada posterior no dio para pasear oreja. Sí lo hizo, sin embargo, para saludar una ovación.

Al sexto lo entendió pronto Sergio Flores, que le vio la calidad nada más salir de chiqueros y lo dejó crudo en varas para preservarle las arrancadas y la clase que le daba en la muleta. Sin una duda supo el tlaxcalteca poner la distancia con el toro, recibir su llegada franca y larga con mucha transmisión para llegar al tendido, dibujando con seguridad en la mano diestra ante el bello y armónico toro de Xajay. Un torrente de bravura fue el ejemplar, que le dio humillada franqueza al matador para trazar y templar, para proponer por abajo y sin mácula ante las embestidas sin fin de un animal que duró mucho. Una estocada trasera dejó el premio en una oreja.

El entipado séptimo, más generoso de cuerna, se pensó las arrancadas al capote de Ginés Marín y le faltó franqueza en la embestida y claridad en los embroques, donde tuvo el español que hurtar el gesto en alguna ocasión. Pero no terminó de emplearse el animal, que resultó lastimado en una mano y vio mermada su capacidad de embestir. Muy deslucido el toro por esa causa, no logró Ginés superar el handicap y llegar a un tendido que se preocupaba del frío a voces. En la puerta de toriles terminó el de Xajay y allí se fue Marín a despenarlo, pero marró con la espada y el público se impacientó. Silencio.

Animoso y ambicioso se mostró Luis David Adame con el cierraplaza, que tampoco fue el toro ideal para hacer el toreo, pero también tuvo virtudes interesantes para buscar el triunfo. Variado anduvo el de Aguascalientes ante el de Xajay para dejarle momentos de intensidad que no tuvieron traducción tangible para el torero.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros Monumental de México. Cuarta de la Temporada Grande Internacional. Corrida de toros. Cerca de media plaza en el numerado.

Cinco toros de Xajay y dos (primero y segundo) de Villar del Águila, del mismo propietario. Con clase, humillación y ritmo el primero, que terminó rajado; manso y deslucido el asperote y esmirriado segundo; devuelto el tercero por partirse una mano; bronco y a la defensiva el tercero bis; de buena clase y humillación el aprovechable cuarto; entregado y con empleo el buen quinto; de gran transmisión y franqueza el entregado y bravo sexto; mansurrón y sin entrega el séptimo; mansurrón y a menos el octavo.

Sebastián Castella (azul rey y oro): silencio y ovación tras aviso.

Sergio Flores (canela y plata): silencio y oreja.

Ginés Marín (rioja y oro): silencio y silencio.

Luis David Adame (nazareno y oro): ovación tras aviso y silencio.


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