La maestría del Juli y el pundonor de Joselito

Por MARYSOL FRAGOSO

Foto. Cortesía Plaza México

La inauguración de la Temporada Grande 2017-2018 en la Plaza México fue una de esas tardes en las que el escueto resultado en el corte de apéndices no refleja la grandeza de la labor de los toreros que han estado sobre la arena. En esta ocasión la expectación por el mano a mano entre la figura hispana, Julián López “El Juli” y la mexicana, Joselito Adame, se saldó con el corte de una solitaria oreja por parte del primer espada.

Si bien es cierto que, los toros criados por los herederos de Teófilo Gómez, fueron desiguales en juego y faltos de fuerza, también hay que anotar que los matadores tuvieron reiteradas fallas con el acero que los llevaron a perder apéndices. En este caso, la pena mayor fue la faena que el madrileño le bordó al segundo de su lote, con el que se dio vuelo al torear con tersura y clase.

El público capitalino tuvo el privilegio de ver torear al Juli que se encuentra en un nivel de maestría tal, que al conjuntarse con la embestida del toro mexicano, se funden en una creación que es una obra de arte; es filigrana pura, como la que sólo saben tejer con hilo de oro las manos mágicas de los artesanos mexicanos y que Julián supo absorber en esta tierra desde que la pisó por vez primera cuando era un niño; y la fue acrecentando hasta convertirse en el hombre actual, que le da un sello inconfundible.

A ese su segundo astado que fue noble y con recorrido, lo toreó con paciencia, con oficio y como dije anteriormente, con tersura. Primero, recibió con verónicas, logró luego, estupendas tandas con la muleta, en cuanto, la tomó con la mano derecha. Más adelante, ligó los redondos en dos tiempos hasta generar los pases de vuelta entera que remató con un desdén. Y todavía fue a más, hasta conseguir la ligazón de tres redondos para poner al coso de cabeza. Terminó su obra de estocada fulminante pero que consiguió hasta el tercer intento por lo que perdió los apéndices.

Al primero le ejecutó una faena con cadencia y de trazo largo que abrochó con una serie de naturales con los que recordó al recién fallecido maestro Miguel Espinosa “Armillita”, y al que, mirando hacia el cielo, le había dedicado la faena que, finalizó al atascarse de toro en la estocada y hacerlo rodar sin puntilla para cortarle el trofeo. El tercero de su lote no dio opciones.

Lo menos favorecedor del encierro correspondió a Joselito Adame que en todo momento dio la cara con pundonor y ambición, debió tirar del valor, del arrojo y de muchos recursos para darle la réplica a quien es su padrino de alternativa. Su labor fue recia, seca, como el vino maduro, poco comprendida por la masa y bien valorada por los conocedores. No lo remató con la espada como le sucedería con sus dos siguientes enemigos.

Su segundo fue muy deslucido y embestía paso a paso por lo que tuvo que aguantarlo una eternidad en cada ejecución. Lo recibió con caleserinas. Logró pegarle pases al citar a pitón contrario. Tampoco lo mató al primer viaje. En el último astado puso todos los huevos en la canasta; desde las largas de rodillas para recibir y la colocación de banderillas. Pero, hasta ahí soportó el toro y llegó sin fuerza a la labor muleteril por lo que el{ trasteo fue breve y el ejemplar no ayudó en la suerte mortal.

FICHA:

PLAZA MÉXICO

DOMINGO 19 DE NOVIEMBRE

Primera corrida de la Temporada Grande. Más de media entrada en tarde soleada, fresca y con fuertes ráfagas de viento.

SEIS TOROS DE TEÓFILO GÓMEZ, cumplieron en presentación, con juego desigual, la mayoría con falta de fuerza. PESOS: 506, 524, 534, 505,522 y 535 kilos.

JULIÁN LÓPEZ “EL JULI” (añil y pasamanería negra):

Oreja, vuelta y palmas

JOSELITO ADAME: (grana y oro):

División, silencio y silencio

INCIDENCIAS: Se rindió un minuto de aplausos a la memoria del fallecido maestro Miguel Espinosa “Armillita”.