Martín Recio: “Aquí empiezas abajo y nunca puedes pensar que estás arriba”

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JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO


Toda una vida de luces. Hablar con Juan Martín Recio es sentir la historia del toreo de plata en las últimas décadas. Es escuchar el latido del romanticismo de quien se hizo torero en los pueblos. Es palpar cómo ya se siente impotente por no poder enfundarse el chispeante cada vez que el sol va cayendo. Será homenajeado este jueves por la Unión Nacional de Picadores y Banderilleros en Las Ventas, compartiendo un mano a mano sobre el atril con Rafael Corbelle. El torero que un día estuvo al lado de maestros como José Luis Palomar, Antoñete, Paco Ojeda, Curro Vázquez, José María Manzanares, Joselito y Miguel Abellán se sincera en esta entrevista.


Recibirá un homenaje el próximo jueves en Las Ventas por parte de sus compañeros, ¿cómo se siente?


Agradezco a todos mis compañeros el detalle. Es siempre bonito un reconocimiento así. Me siento feliz de que mis compañeros se hayan acordado de mí, por lo que les doy las gracias a todos.

Sigue estando presente, aunque en contadas ocasiones, en los ruedos. Su última aparición en público fue en un festival en Alcázar de San Juan hace apenas mes y medio…


Me gusta seguir como si estuviera en activo. Uno no puede torear, pero entrenar sí, ir a cualquier evento o festival, ir al campo… te sientes vivo y te sientes torero. Es muy duro pensar que no te vas a volver a vestir de luces más, pero esto es así. Con un capote en la mano uno se siente feliz.

¿Cuál es su día a día? Pero, sobre todo, ¿en qué se diferencia el día a día de un torero con el de hace cuarenta años?


Entrenando día a día. Se echa mucho de menos la profesión. Eras feliz con lo que hacías, porque era una profesión dura pero muy bonita, que requería sacrificio, entrega y mucha preparación. Cuando lo haces con ilusión y lo vives como creo que lo he vivido lo añoras. También llenas ese vacío con otros momentos, con tus negocios del día a día, el venir a la Casa de Campo con los amigos o ir de vez en cuando a algún tentadero. Siempre la vida tiene unos ciclos y ese es el momento que ahora me toca vivir.

Es usted uno de los grandes capoteros de la historia del toreo, ¿qué quitaría o dejaría del toreo de capote por parte de los hombres de plata en la actualidad?


Ahora mismo hay grandiosos profesionales del toreo de plata. Cada día se torea mejor. Para mí hay muchos y muy buenos profesionales, siento gran admiración y envidia por mis compañeros. Ante todo, procuro cada vez que tengo tiempo de ir a Sevilla, Madrid, Valencia, Alicante… a ver toros, que es lo que verdaderamente me gusta. Veo a los compañeros que cada día salen mejor, tanto con capote como banderillas. Siento envidia de no estar ahí a su lado. Me siento feliz por verlos cómo funcionan. La pena es que en estos momentos hay mucha preparación y por las circunstancias es muy difícil sobre vivir sólo del toro, porque se están reduciendo muchos los espectáculos. Es una pena porque hay grandiosos toreros de plata y en este momento hay muchos que viven de esto y otros, que pudiendo vivir de esto, les cuesta mucho trabajo hacerlo.

¿Cuáles fueron sus comienzos en esta profesión? ¿Cómo vivió los primeros años de su vida de torero?


Como cualquier chaval que quiere ser torero. Entonces no había escuelas, algo que hoy día es una maravilla. Entonces veníamos al a Casa de Campo, aprendíamos de los compañeros y salíamos de sobresalientes en algunos pueblos hasta que llega el momento en el que tienes que decidir porque esto es muy difícil, porque todos no valen para esto. Entonces decides hacerte banderillero, empezar desde abajo y con la misma ilusión, desde el primer día hasta el último en que me retiré. Aquí empiezas abajo y nunca puedes pensar que estás arriba: hay que tener mucha ilusión, sintiéndote torero dentro y fuera de la plaza además de estar muy preparado. Eso es lo que les digo a los compañeros cuando les hablo. No porque un año no te hayan salido las cosas tienes que dejarlo todo, sino que tienes que luchar de verdad.

¿Cuál fue su primer gran destino en una fila de plata?


Con la primera figura del toreo que estuve fue en el año 1982 con Palomar, al año siguiente con Paco Ojeda durante tres temporadas hasta que se retiró en el 85. He estado con muchos toreros importantes, como José María Manzanares, Antoñete, Paco Ojeda, Curro Vázquez, Miguel Abellán, Joselito o Justo Benítez. Cuando se tiene ilusión por esta profesión todo tiene su recompensa.

Algún capotazo en alguna plaza…


Siempre ha habido tardes y tardes. A veces recuerdo tardes buenas en Madrid o Sevilla que es lo que realmente le dan categoría a un torero, pero no sabría quedarme con una.

“El subalterno Martín Recio bregó al quinto toro -687 kilos de mala casta- con entrega, precisión y categoría de maestro, y a Joselito se le llevaban los diablos. El público estaba pendiente de la lidia que daba Martín Recio al toro de mala casta y cuando acabó el tercio de varas, se puso en pie aclamándole, mientras la banda del maestro Tejera rompía a tocar en su honor un pasodoble”. Así lo narró Joaquín Vidal, ¿qué queda de aquello?


Aquella tarde se torció la cosa. Yo tengo recuerdos de Sevilla mejores. Ha habido otras tardes. Pero aquello que ocurrió ya está olvidado y ya está. Aquel día por circunstancias de la vida se puso ese toro por medio. Es bonito pero ya está olvidado.

Sus últimos años de profesión, ¿cómo fueron?


La despedida fue con un torero al que le tengo un gran cariño sobre todo por su amistad con su padre, Miguel Abellán. Los dos últimos años de torero de plata estuve a su lado. De verdad que cuando vas con un torero joven sufres cuando no salen las cosas bien pero lo disfrutas cuando triunfa. En ese momento Miguel tuvo tardes extraordinarias, como la de Madrid. Le vi que triunfaba y me sentí pleno por la amistad que tenía con su padre desde que éramos chavales. Sigo teniendo una gran amistad y admiración por él.

¿Qué valores destacaría de la vida de un torero de su época comparándolos con los valores de un torero en la actualidad?


Ante todo hay que ser torero en la plaza y fuera de ella. Cuando estás conviviendo con tus compañeros, pasas muchas horas con ellos. Sientes una gran admiración por todos ellos, por la amistad que tienes por todos ellos. Cuando me hice torero admiré a muchos toreros de plata y nunca me ha costado decir que quería ser como ellos.

¿Cuál ha sido su relación con la UNPBE desde los inicios?


Siempre he sido socio de la unión y he tenido buenas relaciones con todos mis compañeros. Cuando ha hecho falta ahí he estado, como ahora si le hace falta algo a cualquier compañero lo estoy. Más vale que nunca haga falta nada porque es síntoma de que no llegan momentos difíciles en la vida. Pero cuando ha habido que hacer algo por algún compañero creo que he estado ahí.

¿Cómo ve a los toreros jóvenes que vienen arreando contra las figuras?


Da miedo cómo se ponen y cómo están. Le hacen unas cosas dificilísimas a los toros, algo que hace años parecía impensable. Este año he visto a varios y de verdad que es increíble cómo torean y cómo se arriman. Es importante para la Fiesta esa renovación, que vengan caras nuevas y estén a la altura de las figuras.

¿Cree que Roca Rey marcará una época?


Lo he visto este año en Valencia, Alicante, Sevilla o Madrid y es un torero importante, no tiene techo. Lo ves que tiene las orejas ganadas pero sigue y sigue. Hace falta que le respeten los toros. Hay también otros toreros que están altura, que se renueve el sistema y el público acuda en masa a los toros.

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