Manuel Escribano honra el toreo; Borja Jiménez pincha el triunfo en La Maestranza

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La tarde de los victorinos cumplió con todas las expectativas. Un resultado para salir satisfecho de la plaza, de los días que cobra sentido ser aficionado. Todo por el toreo dio Manuel Escribano. Chapó para el de Gerena. Otro golpe en la mesa, que deberían de recoger las empresas en el trato.


Manuel Escribano fue prendido como un guiñapo en el primero. El Victorino le caló en la pierna, pasando a la enfermería, que saldría con el sentido del honor dos horas después. Maltrecho y dolorido, ME se fue a portagayola, los momentos se hicieron eternos. El camino lo prendio entre vítores de " torero, torero". No era para menos. La banda despertó y Escribano libró la cambiada, prosiguiendo por verónicas. Sevilla se vino abajo. Para muestra de su tarde, puso dos palos en lo alto. Escribano seguía el camino de la heroicidad. A decir la verdad, en la faena muleteril se percibía peligro, con el torero a merced. El sevillano consiguió la proeza de enjaretarle dos tandas a derechas con relajo, toreando con el alma. El espadazo puso dos orejas en su mano. Cuando se habla de sensibilidad, el público y el presidente la tuvo. Chapó.


Borja Jiménez estuvo al fielato de la Puerta del Príncipe. Mató el primero de la tarde, en un trasteo con fondo importante, complejo el Victorino, que tenía buena condición, pero había que tragar. BJ sacó agua del depósito por la mano izquierda, los naturales acaban atrás de la cadera. Actuación seria. La espada se llevó la oreja. Como se llevó la segunda oreja del tercero. Jiménez encontró la humillación y el buen son a izquierdas, poco a poco. Dando forma al enclasado toro. Fueron 4 tandas al natural, con las muñecas sueltas y el pecho hundido en cada muletazo. Prendió La Maestranza. El quinto fue deslucido. Con el quinto no cuajó la cosa por la deslucida condición del animal. Borja Jiménez se justificó.


La tarde de Roca Rey fue como se esperaba: midiendo a la máxima figura que es. Quedando como invitado a la tarde, que se la llevaron Escribano y Jiménez. Su primero, el de menos perfil del encierro, le cogió el pulso pero sin prender la mecha de la emoción. El cuarto sacó buen estilo, con buen embroque, pero pecó de finales. Teniendo que rectificar la figura, quedándose a medias la ligazón. Cuando lo consiguió, Andrés mostró el concepto  macizo que atesora, pero fue tarde. 


Plaza de La Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Séptima de abono. Toros de Victorino Martín, bien presentados en su conjunto. 1º; con fondo 2º; soso 3º; enclasado 4º; de buenos embroques, pero sin finales 5º; deslucido 6º; pasador, con sentido.


Manuel Escribano, dos orejas


Borja Jiménez, ovación, oreja y ovación


Roca Rey, palmas y ovación


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