Las brujas de Zugarramurdi

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Mi historia de hoy es desahogar la sensación de desprecio y repugnancia que me han producido 3 patéticas diputadas erigidas en portacoces.


No sé bien que negocio ha hecho el PP con su reforma de la ley del aborto.


Sí se ha verificado que no ha llovido a gusto de todos: ni a las asociaciones pro vida porque les parece insuficiente y a la izquierda por razones de cerrazón.


Sí parece que esta reforma obedece a criterios de sincera conciencia y cumplimiento con el programa más allá de tactismo político al corregir la gran monstruosidad zapateril de hurtar la patria potestad a los padres sobre los menores donde al parecer algo tan traumático concede a las niñas de 16 años más criterio para decidir por sí solas que ejercer el voto, conducir un automóvil, ver a solas 50 sombras de Grey o hacerse un tatuaje para lo que requieren, por ley, de permiso paterno y/o materno. De locos.


La reforma podría haber sido más amplia pero la generosidad del PP buscando el consenso no ha sido recompensada por tres patas del banco de la izquierda más siniestra.


De vergüenza ajena ha sido oír los in-argumentos beligerantes y groseros de las mujeres representantes de PSOE, IU e ICV, ellas que se sienten muy feministas por encima de mujeres, y quitándose de en medio la responsabilidad que como madres, si lo fueren, les compete.


¡Joder! Con las señoras diputadas. Que tres se ha perdido Álex de la Iglesia para redondear “Las brujas de Zugarramurdi”.

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