Daniel Crespo, a hombros en la última de abono en El Puerto

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PABLO LÓPEZ RIOBO / FOTOGALERÍA: EVA MORALES


La tercera del abono de la plaza de toros de El Puerto de Santa María llegaba, en la tarde de este 23 de agosto, al coso gaditano. El Juli y José María Manzanares y Daniel Crespo –en sustitución de Pablo Aguado- trenzaban el paseíllo.


El primero de la tarde fue un animal noble pero muy medido de raza y fuerza, un toro al que había que llevarlo siembre a media altura. Ya de salida dejó Julián tres verónicas y una media de fino trazo previo a un quite por chicuelinas en el que el viento se hizo presente. Molestó en toda la faena de un Juli muy centrado. Acertó en terrenos y alturas, buscando siempre la querencia de un toro medido. Nos muletazos no pudieron salir limpios por el molesto viento, pero si pudo por el lado izquierdo dejar naturales que callaron en la parroquia. Porfió Julián en una labor tesón era pero que no pudo tomar vuelo. Le sacó lo que tenía al noble animal. Tras pinchazo y estocada saludó una ovación.


Realizó una bella y templada faena Manzanares al segundo, un animal de Domingo Hernández con clase y humillación. Un toro al que le dejó un ramillete de verónicas con mucho empaque de salida. El tercero con cierto genio y temperamento fue ganando celo conforme avanzó la faena gracias al buen hacer del alicantino. Lo pulseó a la perfección, temple y ligazón en un trasteo a más. Fue puliendo defectos y acrecentando virtudes de un animal con buen fondo. Por ambos pitones llevó largo a un toro con virtudes. Sobresalieron dos pases de pecho a la hombrera contraria. Sensacional Manzanares por ambos pitones en una faena de guante de seda. Caló en el respetable y sólo el fallo a espadas le privó del triunfo. Cambió las orejas por una sentida ovación desde el tercio en una faena redonda y maciza.


Venía como el convidado de piedra el torero de la tierra. Por la vía de la sustitución entró un Crespo que hoy en su plaza justificó su inclusión en el cartel. Faena de torero vertical, templado y con mucho valor. Ante el tercero, un animal con teclas de Garcigrande supo estar a la altura. Primero en el saludo por Tijerillas para más tarde llegar a la muleta con las ideas muy claras. Pese a faltarle rodaje, lo suplicó con cabeza y bragueta. Molestó el aire lo que impidió que el trastero fuera limpio de principio a final. Se puso en el sitio para dejar derechazos largos y profundos. Por el izquierdo pese a ser más irregular si dejó pasajes muy interesantes. Se gustó en los pases de pecho. Se le notó la inactividad, lógico, pero no dejó pasar su tren. Su final de faena por bajo tuvo enjundia, calando en una parroquia que no dejó sólo a su torero. Tras la estocada le fue concedida una justa oreja. El de Garcigrande fue despedido con una gran ovación en el arrastre. Un animal que exigió y se entregó. Agradecido cuando se le hicieron bien las cosas.

No tuvo opción El Juli con el descastado cuarto, un animal que fue de más a menos durante toda su lidia. Metió bien la cara en el saludo capotero, humillando y tomándola con clase para posteriormente empujar con fijeza al peto. Pero en la muleta se definfló. Porfió Juli en una labor de poco eco en los tendidos. Ante un toro de embestida desordenada tiró de técnica y oficio, pero le faltó fibra, pecó de frialdad. Probó por ambos pitones pero no pudo sacar agua de un pozo vacío. Tras atascarse con la espada escuchó palmas.


Se enfrascó Manzanares en un cara a cara con el colorao quinto, un animal con el que el alicantino tuvo que tirar de técnica y conocimientos para meter en la muleta al animal. Un toro con el que Duarte y Blazquez saludaron montera en mano en el tercio de banderillas. En la muleta comenzó a derechas ante un toro que venía pero no se iba, pero fue por el izquierdo por donde dejó pasajes de toreo al ralentí. El de Domingo Hernández, de mejor inicio que final no se salía de la muleta, quedándose muchas veces debajo de la muleta. Dibujó José Mari naturales lentos, casi a cámara lenta. Dibujó pasajes de una enorme belleza, lástima que el animal no tuviera ese tranco de más. Hubo veces que hizo hilo de forma sorpresiva. Manzanares no le volvió la cara y tiró de raza para sobreponerse ese problema del animal. Hubo un pase de pecho que quedará guardado en la memoria de los aficionados por su hondura, temple y despaciosidad. No fue una faena ligada, más bien de retazos, pero si tuvo el sello de la cadencia, el gusto y la verdad. Falló a espadas, sonó un aviso y saludó desde el tercio tras una obra que necesitó tanto del mando como del guante de seda.


Le arrancó literalmente la oreja Crespo al sexto, un greniudo y cambiante animal de Domingo Hernández con el que el torero del Puerto estuvo más que digno. Toro que pedía mando y verdad, un ejemplar que nunca se entregó y con el que Crespo se fajó en una faena con las lógicas imperfecciones pero con mucha verdad. El portuense es un torero con un gran valor y buen sentido del temple, hoy en su plaza consiguió abrir la puerta grande en dos actuaciones que deben valerle para seguir caminando en esta profesión. Más rodado puede dar mucho que hablar.


FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de El Puerto de Santa María (Cádiz). Tercera de abono. Corrida de toros. Más de tres cuartos de entrada.

Toros de Garcigrande y Domingo Hernández.

El Juli, ovación y palmas.

José María Manzanares, ovación y ovación tras aviso.


Daniel Crespo -en sustitución de Pablo Aguado-, oreja y oreja. 

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