Pedro Javier Cáceres: "El maestro Ángel Peralta fue un revolucionario como torero y como persona"

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Se ha ido un maestro para mí en todo el sentido de la palabra. Tuve la fortuna y la suerte en el año 1991, gracias a don Ángel y a su hermano Rafael, a retransmitir corridas de toros en Telecinco. El primer encuentro fue en San Sebastián de los Reyes en una encerrona de Ortega Cano. Nos acompañaba siempre y era realmente delicioso.


El mundo del toro pierde un figurón de época, pero sobre todo pierde el mundo de las bellas artes y el mundo artístico en general. Fue un poeta innovador. Fue un revolucionario de su época, a nivel de rebeldía, de juventud… la verdad es que, como rejoneador, fue un inspirador de los cuatro jinetes de la apoteosis. Con Samuel Lupi, su hermano Rafael y Álvaro Domecq, revolucionó el mundo del rejoneo.


Fue el inventor de una serie de suertes, entre ellas la de la rosa: nos contaba cómo un día actuando, una bella señorita le tiró una flor, y junto a su mozo de espadas la ató a una banderilla y se la puso al toro. A partir de ahí, indicó al maestro que le hacía los rejones que le pusiera una banderilla corta con una rosa. Junto con Salvador Tavora, fue el creador de la Ópera Flamenca con la lidia de un toro. También hizo un ensayo sobre cómo quitar la crueldad a la corrida del siglo XXI sustituyendo a picadores por rejoneadores.


Tenía grandes amigos de la alta sociedad en países americanos, ya que era un total conversador y un pozo sin fondo. Conversaba de todo y he sentido muchísimo estar tan lejos de España. Dentro de unos días, en Sevilla, podremos fundirnos en un abrazo.


Han sido diez años de una serie de vivencias codo con codo con Rafael y con Ángel. A partir de ahí, surgió una amistad que ha durado hasta el día que se fue. Le transmití mis condolencias a la familia. También ha sido descubridor de rejoneadores, siendo descubridor entre otros del padre de Diego Ventura.


Es el preceptor total y absoluto de lo que en un futuro pueda ser Lea Vicens. Por tanto, de Ángel se pueden escribir muchísimos libros como él escribió poemarios completos. Tenía un alma de artista, pero era realmente respetuoso. Para las mujeres cautivaba, y para los hombres tenía una gran empatía.


Es cierto que en España enterramos muy bien… pero el maestro me tocaba de verdad. Esta descripción nace del reconocimiento y agradecimiento pensando en frío. Conocerlo me sirvió para alcanzar el sitio que tengo. Diez años a su lado.


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