Manzanares se impone a la tarde y corta dos orejas en el Baratillo

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Un ambiente lluvioso había en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla este viernes para la quinta de abono de la Feria de Abril. En el cartel, y frente a un encierro de Juan Pedro Domecq, se anunciaban Enrique Ponce, José María Manzanares y Alberto López Simón.


Justo cuando salían las cuadrillas al ruedo maestrante comenzó a llover otra vez. Pareció que el pañuelo del presidente autorizaba el aguacero. Una casualidad milimetrica y 'malage' como se dice por aquí. Hay que destacar el esfuerzo de los operarios de la plaza para acondicionar el ruego y el compromiso de la terna para tirar para adelante con el festejo. Con un cielo a la contra y con los augurios de no cambiar la climatología, salió el primero de la triste tarde. Si triste, porque Sevilla necesita de sol para estar aún más guapa y porque a nadie le gusta venir a los toros para ponerse chorreando. Ponce abrió el compás en el recibo de capa con un saludo en conjuntado, bello. Ganó terreno hasta llegar a los medios y remató con garbosidad. Se cuidó en varas al noble Juan Pedro que llegó al último tercio con bondad y las fuerzas justas. El Maestro de Chivas brindó al público. Enrique Ponce se dobló con su 

antagonista en un delicado inicio de labor. Nimo en la muleta del valenciano en todo su quehacer. Ponce que lo trato con amabilidad, sin tirones y sin obligaciones para humillar construyó una faena por ambos pitones de escaso calado por la falta de transmisión. Voluntad por agradar pero sin colaboración del cornupeta por su falta de raza. Silencio.

Breve saludo de Josemari con el capote por ls falta de clase del segundo. No terminó de rebozarse con un viaje corto. Posiblemente no tuviera confianza el astado al apoyarse por lo resbaladizo del piso plaza. A destacar toda la cuadrilla que lo hizo de dulce. Paco Maria a caballo y los tres de a pie. Josemari ha estado a gran altura con su toro que abrió el lote. Lo tenía dentro, en la barriga y lo saco para disfrute de los mojados presentes. Manzanares estuvo clave en tiempos, cites y distancias lo que agradeció el colaborador Juan Pedro que sacó fondo. Un astado agradecido pero no tonto. Por el izquierdo venía dormido y con la duda en el viaje. Manzanares por ahí, le puso la panza muy plana para taparle y obligarle. El de Alicante trazo tan largo el natural que parecían circulares con la izquierda. A diestras, ligazón constante y todo con un toreo vertical y muy elegante. Josemari creo una obra de suma calidad con mucha exquisitez y temple. Se empeñó en refrendar su bonita y notable labor con un espadazo recibiendo hasta los gavilanes. Oreja a la clase de Manzanares.


López Simón toreó con temple a la verónica y con gusto a un taco de toro. Precioso el de Lo Álvaro que hizo tercero y de condición noble, muy noble. Con este material tan propicio y dulce Alberto comenzó su trasteo acompasando la embestida. Una embestida obediente pero justa de raza que había que dosificar y estructuras. Simón fue apretándose con su astado hasta terminar de rodillas dando el pecho. Alberto esculpió una labor muy sincera tanto como el dictado de un niño. Se mostró el madrileño con todas sus armas y además apretó más la tuerca con un tremendo arrimón. Se puso muy cerca de los pitones Alberto pero por entonces la cosa se había apagado. Perdió toda transmisión y aquello de diluyó un poco sin restar mérito a López Simón por su honestidad. Tal vez, atacó demasiado pronto acortando los terrenos, aunque es innegable su armoniosa labor. Ovación con saludos.



Nada que destacar de los primeros tercios con el cuarto y poco que contar en general. Un astado muy dócil pero carente de raza y motor que casi no se movió en la faena de muleta. Enrique intentó justificar lo que era evidente e innecesario. Se agradece la insistencia del maestro pero tal vez visto lo visto era más oportuno la brevedad. Tesón ante un muy pozo seco. Silencio.


No tuvieron brillo los primeros compases de la lidia de José María Manzanares al quinto de la tarde. Apuntó cosas el animal de Juan Pedro que luego sonsacó en la faena muleteril. Con la mano izquierda logró los compases más lucidos del trasteo. Aunque fue poco a poco y en algunos momentos intermitentes, sí logró compactar una labor que convenció frente a un toro con calidad. Efectividad y máxima pulcritud dejó Manzanares en el estoconazo. Gran eficacia y seguridad al ejecutar la suerte suprema. Oreja.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Quinta de abono. Corrida de toros. Casi lleno en tarde lluviosa.

Seis toros de Juan Pedro Domecq.

Enrique Ponce, silencio y silencio.

José María Manzanares, oreja y oreja.

Alberto López Simón, ovación y 

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