Tuvo recorrido y tuvo calidad el segundo de la tarde, y ambas cualidades las aprovechó Andy Cartagena para cortarle una oreja. Dos rejones le dejó para pararlo el benidormí, pero fue a lomos de Picasso cuando más lució, ya en el tercio de banderillas. Espectacular al quiebro, no lo fueron menos los violines y el par de banderillas a dos manos. El rejón, lo suficientemente certero como para tocar pelo. Primera oreja de la feria.
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