Manzanares y un soberbio Roca Rey, en volandas en el cierre de Roquetas

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EMILIO TRIGO


Julián López ‘El Juli’, José María Manzanares y Andrés Roca Rey cerraban con otro llenazo esta tarde la Feria de Santa Ana de Roquetas de Mar, en la que un encierro de Montalvo estaba reseñado para la ocasión. De nuevo un ambientazo en los tendidos vibraba en el paseíllo.


Lo vivido hoy en ‘Las Salinas’ costará olvidarlo. La tarde que ha echado Roca Rey es inusual para tan corto bagaje. Aplastante, huracanado Andrés. No se puede ir más allá, ni apretar tanto el acelerador. Un acelerador a fondo, sí, pero controlando la velocidad al milímetro. No sólo rebosa ‘testiculina’, sino que además luce un temple acompasado y reposado. El toreo de esta tarde ha derrochado ha sido una bofetada a los incrédulos que ponen en cuestión su clase toreando. Al primero, se montó en cima y al segundo, igual, pero toreando con la panza de la muleta. Ahí queda lo del peruano. Roca Rey llena la escenografía de seguridad por completo, a pesar de estar siempre en el filo de la navaja. Se juega el tipo en cada embroque, pero da la impresión que juega al toro a cada instante. Brutal su inteligencia para plasmar lo que piensa en la cara del toro. Arrasador e inconformista consigo mismo, siempre quiere más y busca más. No hay límites, ni barreras, y a los toros le hace perrerías como las hizo en Roquetas. Cuatro orejas y un rabo.


Andrés recibió al sexto -corrió turno- al ser devuelto el tercero por descoordinado con un variado saludo, verónicas, chicuelinas y larga cordobesa de remate. No pasó nada relevante en la lidia con el astado embistiendo sin clase "pallá y pacá" salvo el quite con adormilados afarolados y cambiado a la espalda. Tremendo Roca. Pero nada comparable al soberbio inicio de faena. Los cambiados por la espalda, pases de las flores, engarzado con el cambio de mano inverso fue algo explosivo, titánico. Roca Rey realizó una faena de tanta capacidad que resultó inverosímil hasta para el propio aficionado. Ni viéndola puedes creer tal cosa. Increíble, majestuoso poderío. Aquí mando yo y estos son mis argumentos. Así se puede resumir lo realizado por Andrés ante un toro rajado que pareció no serlo nunca. Le formó tal lío que la sucesión de muletazos fue continúa por todo lados. Un huracán, vestido de torero que arrasó con todo. Ligó todo lo que quiso y más y jugó al toro con un tío delante. Por si fuera poco, se hincó de rodillas al final de faena con el toro dentro del tercio y se permitió el lujo de pasárselo una y otra vez cambiando de mano la franela. Él espadazo de libro y mando. Dos y rabo en todo el planeta.


Él sobrero salió frenándose en el capote del peruano y yéndose como un rayo al caballo que acababa de salir al ruedo. Manseó en varas, huidizo al sentir la puya. Toro remiso en la lidia y deslucido. A pies juntos, anclado a tablas inició su labor. Lo pasó por arriba y después un ramillete de trincherillas con mucho sabor. Andrés más clásico esta vez le ofreció la muleta por ambos pitones pero el toro quería cogerla con las manos. Media embestida deslucida y desclasada. Roca firme como su apellido, con solvencia y capacidad. Al final otra vez el huracán Rey con varios invertidos por la espalda y un parón de órdagos. Valor para parar trenes volvió a demostrar el peruano ante el cierraplaza. Lo reventó con la espada. Gritos de torero, torero y delirio en los tendidos. Dos orejas.


José María Manzanares ofreció dos versiones dentro de su particular personalidad, aunque la elegancia por bandera en ambos. Se impuso al primero de su lote hasta que se rajó y al segundo del mismo, lo toreo de forma dormida y suave. Buena tarde de josemari sin un lote nada claro. Salió dormido el segundo, andarín. Toro con presencia de grandes pechos. El saludo fue un tanteo puesto que no terminó de pasar del capote. Derribó en el caballo de Chocolate en una pelea de mentira, puesto que durante la lidia manseó. Josémari comenzó con bellas trincherillas ganando terreno. Precioso pasaje inicial donde fluyó la elegancia de Alicante. Manzanares poco a poco, lo fue sobando por el pitón derecho, por el izquierdo protestaba siempre tirando la cara arriba. Aun así, el toro marcó que todo lo quería por abajo. Josemari fue creando su obra con pulcra suavidad y compostura, dejando la muleta puesta para engarzar las series ligadas. Todo iba bien, pero similar a lo que hizo el primero, se rajó. Antes le soltó algún natural aislado con mucho temple, dormido el trapo, de esos que llegan al alma y te dejan "encogío”. Pinchazo, estocada en todo lo alto. Oreja al toreo de calidad.


El Montalvo derribó a Barroso y a punto estuvo de hacerlo por dos veces. Empujó con bravura y metió riñones. Sin embargo, llegó al último tercio probón y demasiado mirón. También fue una pelea en varas de mentira. Josemari lo sacó a los medios y allí le cogió la diestra en un par de tandas elegantes y templadas. Al natural, faltó ritmo, repetir de verdad el toro que le costaba mucho acudir al embroque. Manzanares, sutil en toques manejando la muleta, lo embarcaba y le ganaba pasos para ganarle el siguiente puesto que se quedaba muy cortito. Le apretó el alicantino con la derecha de mitad de labor hacia delante y le exprimió lo que le quedaba dentro. Faena con su particular prestancia y sello. Pinchazo y casi entera ante un animal al que le faltó transmisión. Oreja.


Al madrileño Julián López ‘El Juli’ le tocó el lote menos propicio. El abreplaza se rajó ante tanto poder y el cuarto estaba lastimado de atrás. El primero de la tarde proporcionó un largo y bello saludo de Julián. La verónica surgió con esplendor y mano baja. Tenía chispa el toro aunque algo reservón. A este se le picó lo justo. El toro marcó a rajarse durante la lidia pero sin embargo se mantuvo sin amagar más en la muleta. El Juli comenzó su faena imponiendo su ley. Muleteó con fiel personalidad e imprimiendo gusto pero cuando todo iba hacia arriba el Montalvodijo basta. Justo a mitad de faena se puso remiso y empezó a tirar para tablas. Lo demás, fue robarle algunos con la capacidad que atesora. Estocada arriba. Oreja.

El cuarto salió derrengado de los cuartos traseros pero nadie dijo ni "mú”. Embestida cansina al que cuidóJulián desde el principio, capote incluido. Toro muy mermado de fuerzas al que no se le podía apretar nada, y aun así, se derrumbaba a lo más mínimo. Tenía buena condición pero nada de poder. Juli, fácil lo muleteó con suavidad por ambos pitones pero aquello careció de emoción. Al final hubo algo más de fibra metido en cercanías. Pinchó dos veces y descabello. Ovación con saludos.


FICHA DEL FESTEJO


Plaza de toros de Roquetas de Mar. Tercera de Feria. Corrida de toros.

"Lleno hasta arriba. No hay billetes”

Seis toros de Montalvo, bien presentados, manejables en conjunto pero justo de casta.

Julián López "El Juli”, oreja y ovación.

José María Manzanares, oreja y oreja.

Andrés Roca Rey, dos orejas y rabo y dos orejas.

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