Sebastián Castella y Rociero, comunión perfecta de Puerta Grande en Madrid

A eso de las 21:15 un grupo de jóvenes acompañaba a Castella dirección a la calle Alcalá. De blanco y plata salió al estrellato el francés tras cuajar de principio a fin a un bravísimo toro de Jandilla, de nombre Rociero.

El primero de la tarde sirvió a Castella para abrir boca. El Jandilla no tuvo mala condición, noble y fijo en la muleta, pero flojito de remos. Castella recetó muletazos a diestras decorosos, pero sin la continuidad necesaria para que cogiera vuelo la faena. Lo importante y de más contenido acarreó en el cuarto. Bajo y con muchísimo cuello. El toro mostró su gran clase a las primeras de cambio. Pasó por el caballo empujando y con prontitud en la brega. Castella brindó al respetable. El prólogo, por impertérritos estatuarios caldeó al público. La plaza se partía las palmas. La trincherilla quedó para los restos, excelsas. Las rondas a diestras, en un palmo de terreno, contaron con las virtudes de la ligazón. Muy embebido llevaba al buen Jandilla, que respondía con clase en la muleta, bravo el de la divisa extremeña. Bajó un pelín la faena en la primera gavilla de naturales, molestado por el aire. La siguiente fue extraordinaria, de un temple ejemplar, engrasada la muñeca para pegarle los mejores naturales de la feria. Fueron 4 pero de un trazo largo, templado y largo. La plaza se puso en pie. Las consecutivas series a diestras siguieron el mismo son. Cerró por manoletinas, los remates por abajo ponían a la plaza en pie. Espadazo y dos orejas incontestables. Ovación para el toro.

Manzanares anduvo molestado por el aire por el segundo. El trasteo del alicantino tuvo sus notas positivas y negativas. Desigual ante un buen toro por el pitón derecho, pero pecaba de perder sus trémulos apoyos cuando le dabas un tirón de más. JMM cuando dio con la tecla del temple y sin tirones, brotaron series de buen trazo pero despegadas. A izquierdas no se dio coba. Con el quinto fue un quiero y no puedo, quedándose debajo y sin salirse de los vuelos de la muleta.

Cerró cartel Aguado. Animoso con la capa, le enjaretó una gavilla de verónicas hasta más allá del tercio a un animal inválido. Sin fuerza alguna. En el caballo se quedaron las energías del animal. Imposible para el lucimiento en la muleta, que lo alargó en exceso. Con el sexto tampoco tuvo la suerte de cara. Bajo y colocado de cara el burel no fue presto a los tratos. Deslucido.

Plaza de Toros de Las Ventas. Lleno de no hay billetes.Toros de Jandilla, bien presentados pero venidos a menos en líneas generales. Destacó el buen pitón derecho del 2° y el extraordinario 4°.

Sebastián Castella, silencio y dos orejas

José María Manzanares, ovación y silencio

Pablo Aguado, silencio y silencio 

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