Así te contamos la Feria de Fallas en LA DIVISA

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JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO


Volvía a los primeros escenarios Iván Fandiño, proseguía en las grandes citas tras su campaña americana Joselito Adame e irrumpía en España en 2016 Juan del Álamo el martes de Feria en Valencia. Lo hacían con una corrida de Zalduendo que necesitaba recuperar la ilusión perdida de Olivenza y Castellón. Y llegó el triunfo para Del Álamo, la desesperación para un nada fino Fandiño y la sangre para un maduro Joselito Adame, que en un descabello el toro lo prendió por la rodilla para cornearlo.


Con una larga cambiada en el tercio recibió Joselito Adame la humillación del serio segundo, de buen tranco de salida en el capote que manejó el mexicano con brillantez a la verónica y con el fuelle muy a menos, a pesar de medirlo mucho Héctor Vicente en el caballo. Sólo en algunos naturales le salió la clase, dando dimensión al toreo recio y metido de Adame, pero sin rebozarse ni llamar a la emoción que no pusiese el torero. Terminó con manoletinas con el toro muy por dentro y, tras espadazo, el toro le infirió una cornada al intentar descabellar. Aguantó estoico, pero luego pasó por su propio pie a la enfermería tras el percance, siendo operado.


El Del Álamo más maduro se puso serio cortando una oreja en cada toro de su lote. Muy asentado en el ruedo se mostró el salmantino Juan del Álamo durante la lidia del tercero, animal de media entrega, de media casta, de media humillación cuando fue perdiendo el fuelle, y de medio enemigo para un torero muy consciente del escenario y de la apuesta. Supo meterlo en la muleta para pasear el despojo. Con dos largas cambiadas de rodillas en el tercio recibió al quinto, que iba a ser sexto y corrió el turno por mor de la cornada de Adame, al que no le permitieron los médicos salir a matar el segundo de su lote. Le cortó otra oreja. Fandiño, por su parte, no encontró el lote propicio no tampoco tuvo su tarde. Así se mostró tras su triple actuación en el coso de la calle de Xátiva.


Volvía el miércoles de Feria El Soro a hacer el paseíllo en su tierra, entre los suyos, los que un año antes habían apostado por llenar la plaza y hoy también hacían lo propio apoyando al veterano de Foios. Jesús Duque y Román también volvían al coso que les había llenado de triunfos en sus etapas novilleriles y que ahora necesitan como matadores antes de confirmar en Madrid. No tuvo su tarde Vicente, que acortó faena en sus dos oponentes y entre pitos se fue de Valencia.


Por su parte, Román Collado fue el nombre más destacado de la tarde, especialmente con su faena al tercero. De rodillas se fue Román a lancearlo, pero no pasaba el animal del embroque y tuvo que levantarse y dejarlo dar vueltas hasta que volvió al percal sin el más mínimo interés. Tuvo que esperar al quite para brillar por tapatías de mucha quietud. Fue el inicio de Román un pasaje fulgurante, esperando de rodillas en los medios la llegada mansurrona y por dentro, en un alarde de valor y de madurez, consciente de que no puede quemar cartuchos sin hacer blanco. Muy asentado en los embroques, supo ganarle el paso al noblón animal, que quería irse por su mansurronería y se mantuvo en los embroques por la buena labor del valenciano. Corta pedía el toro la faena porque no andaba boyante, y unas bernadinas de mucho compromiso pusieron el colofón a un trasteo rubricado con una estocada volcándose en el morrillo que supuso una vuelta al ruedo al negarle el palco el trofeo. Por su parte, Jesus Duque mostró voluntad y valor pero su concepto no terminó de calar entre sus paisanos.


Las tracas y los petardos cercanos al día de San José llegaban a Valencia el jueves de Feria con el primer gran duelo del serial levantino: Alejandro Talavante y Andrés Roca Rey se enfrentaban en mano a mano a un encierro de Victoriano del Río-Toros de Cortés. Víctor Manuel Blázquez ejercía de sobresaliente.


Especialmente destacó la labor de Roca Rey frente al serio cuarto, que se quedó en los embroques con Roca Rey de salida, no quiso pasar de allí y, cuando lo hizo, fue para buscarle el carcañal al peruano, que lo saludó con un valor tremendamente seco. Un puyazo en el sitio y otro en la puerta se llevó el bicho antes de que lo quitase por navarras Alejandro Talavante y replicase Roca Rey con el capote a la espalda. Otra vez se fue al centgro del platillo para firmar el inicio, con cambiados sin enmendar la posición, la arrucina sin corregir, el natural que engancha y envía la embestida casi 180 grados detrás de la cadera. Fue ese el secreto, el enganche, porque fueron las series de un sólo muletazo, sin soltarlo, sin dejar que se bajase de la noria el que no hubiese vuelto a subir. Muy bien tocado siempre, con el vuelo al natural, partiendo de la muleta muerta y moviendo medio vuelo para azuzar la embestida. Tremenda la seguridad, la precisión técnica y el valor que eso conlleva. Vibrante fue el final, ya metido en los terrenos del toro, con cambiados, arrucinas, circulares y demás artificios, que levantaron al público del asiento, pero también alargaron la faena en demasía. Aún así, lo reventó de una estocada para cortar las dos orejas que el presidente sacó a la vez.


Talavante cortó una oreja en su último toro. De Toros de Cortés era el quinto, castaño y abrochado de pitones, humillado en los embroques con el capote de Talavante, rebozado en la tela, algo más, al menos, que sus hermanos. De rodillas se fue Talavante a firmar el inicio; a visitarle el sobaco vino el castaño sin que se inmutase el extremeño, que le dejó una serie relajada y maciza con la diestra para que se pusiese el tendido en pie. Enorme. Siempre templado Alejandro con el toraco, que fue el de más clase del encierro hasta el momento. Siempre preciso en los enganches, con mucho gusto para rematar en las trincheras después de la relajada naturalidad de la faena. Distinto era el toro al natural, por donde tuvo que pelearse con él Talavante para mostrarlo. Muy de frente terminó la labor, tan comprometido que se lo llevaba el toro con los cuartos traseros al pasar. Maciza fue la última serie diestra, a pies juntos y enterrados en la arena, con un trincherazo de remate marca de la casa. Un espadazo desprendido certificó una oreja.


El Juli y López Simón se batían este viernes, víspera del Día de San José, en mano a mano en la Feria de Fallas con una corrida de toros de Garcigrande-Domingo Hernández como materia prima. Tras la corrida del jueves, era el otro gran atractivo de la ciudad y la Feria del cambio. El salmantino Salvador Ruano actuaba como sobresaliente. Por encima anduvo Juli frente a un también sobrado Simón para ambos salir en volandas.


El Día de San José traía a tres toreros con tres historias bonitas que siempre han tenido a Valencia como telón de fondo: Enrique Ponce y su gran historia con el coso de la calle de Xátiva, el francés Sebastián Castella tras su gran temporada 2015 y David Mora en la campaña de su reaparición. No fue la corrida apta de Cuvillo, con un Mora que gustó ante el tercero y verse imposible frente al soso sexto. Ponce paseó un apéndice frente al segundo de su lote, el único de la corrida. Por su parte Castella se vio imposibilitado ante el nulo juego de sus astados.

Por la mañana se celebró una corrida de rejones con gran ambiente en los tendidos, lleno, en la que Cartagena, Ventura y Vicens hicieron el paseíllo, saliendo a hombros Andy.



Por último, y en la tarde del domingo, una corrida de Juan Pedro falta de raza y, sobre todo fuerzas, echó al traste el lucimiento, que sólo llegó por parte de Cayetano en el tercero; vistosidad de Fandi y Manzanares. A potagayola se fue Cayetano Rivera a recibir al tercero de la tarde, un toro con el que mostró la alegría capotera que sus inicios como matador atisbaron. Fue capaz de transmitir galleando con el toro para acercarlo al caballo y también para ejecutar su quite. Brindó su faena al público y comenzó ésta de hinojos propiciando muletazos de rodillas que tuvieron espectacularidad. Se le coló por el pitón izquierdo varias veces el de Juan Pedro Domecq, pero supo Cayetano construir su faena a pesar de los sustos y de ser un toro que venía arrollando como un tren. Más detalles que profundidad tuvieron las últimas series, sobre todo por ese problema por el pitón izquierdo del astado. Mejor por el pitón derecho, sonsacó detalles en el final del trasteo por ese lado Rivera. Espada en mano, el torero de dinastía dejó un espadazo que valió el doble trofeo.

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