Las sensaciones de los protagonistas

Las primeras de Fallas el análisis de JFCaballero con "guarnición"

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FOTOGALERÍA: JAVIER COMOS


El francés Andy Younes, el extremeño José Garrido y los murcianos Rafaelillo y Paco Ureña han sido los cuatro nombres más destacados del inicio de la Feria de Fallas. Especialmente fue Garrido, que selló un faenón de dos orejas el pasado sábado, el que levantó los corazones levantinos para hacer el toreo eterno.


Pero era un día antes cuando arrancaba la Feria: el francés Andy Younes cayó con buen pie en la plaza de esta tierra, cortando una oreja a cada toro de su lote y saliendo en volandas entre el cariño del tendido. Destacó su concepto hierático, su gran capacidad y, sobre todo, su valor. Se quedó quieto en sus dos faenas y supo administrar muchísima templanza en sus series en redondo. Completaron aquel cartel Varea y el local Jesús Chover. El castellonense se mostró muy seguro toreando de capote, con un pellizco especial conquistado por el público. Por su parte, Chover no logró conectar.


En la jornada del sábado,Padilla "apadrinaba” una terna de jóvenes promesas completada por el malagueño Saúl Jiménez Fortes y el extremeño José Garrido. Un encierro de Fuente Ymbro debería rubricar la gran temporada que había tenido sobre la mesa en la pasada campaña. José Garrido fue el nombre más destacado con una gran faena al tercero toro de Fuente Ymbro, un astado que se quedaba corto y reponía y con el que logró templarse con momentos supremos. Fue el encierro de Fuente Ymbro el que nunca habría deseado el ganadero. Padilla recibió un volteretón del cuarto del que se repuso pronto A punto estuvo de ir al hule el jerezano tras una doble actuación en la que conectó con el tendido.


"Retama” era el tercero, para el extremeño José Garrido, que se echó de rodillas en un intento de toreo a la verónica de hinojos que no consiguió. Brindó al público y comenzó trasteo al hilo de tablas, de rodillas con un muletazo afarolado y un gran pase de pecho ante un astado que humillaba pero le faltaba un punto de casta. El toro tenía bondad a pesar de su mansedumbre, enganchándolo Garrido en las dos primeras tandas, cantadas por el respetable por la dulzura con las que las compuso. Tuvo que imponerse al manso y dominar al de Gallardo, dejándosela de forma perfecta al natural y bajándole la mano lentísimo, cuadrando con el de pecho su gran concepto. Fenomenales fueron los pases de pecho, en un final en el que se echó a la espalda la muleta para rematar por bernadinas y meter hasta dentro la espada. Dos orejas.

No tuvo Fortes su tarde. Ante su primero no se aburrió, intentándolo por todos los medios a pesar de que el astado le dio opciones de coger la espada y acabar, pero no se dejó ganar la pelea Saúl.ampoco terminó de definirse el quinto, un toro que no hizo cosa de bravo en el caballo y que ya en el capote se le metió por el pitón derecho.


Y llegó el 13-M. El día en que Valencia era un canto a la libertad. A las cinco en punto de la tarde hacían en la capital del Turia el paseíllo Rafael Rubio "Rafaelillo”, Manuel Escribano y Paco Ureña ante un llenazo de aficionados que a las tres habían sido protagonistas de la manifestación en pro de la cultura taurina. Y con una ovación a los actuantes al grito de "Libertad" rompió el paseíllo.


Muy torero fue el saludo capotero de Rafaelillo al cuarto, en una faena de capacidad lidiadora en la que el murciano terminó convenciendo al tendido valenciano. A partir de ese momento conformó un trasteo de eoción, momentos templadísimos y muchísimo gusto rematados con una oreja final.


Al quinto supo acoplarse Escribano con el capote, soltándole tela por abajo para que la tomase humillado y escapando tras los embroques por la facilidad para revolverse del flojo animal. Hermoso era el cárdeno, al que midieron mucho en el caballo por su augurada falta de fuerza. Su actuación fue templada durante toda la tarde.

Tuvo que andar listo Ureña con el tercero, que le quiso quitar la vida pero no lo consiguió, sí una oreja de éste. Le dio los frentes Paco y citando con mucha pureza para defender su concepto recio y sobrio. Una estocada de rápido efecto certificó la primera oreja de la tarde.


Esa fue Valencia en las tres primeras citas de su semana grande, con la libertad como bandera de los aficionados que creen en el futuro de la Fiesta.


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