Antonio Ferrera y Emilio de Justo salen a hombros en Alcázar de San Juan

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Paseillo Alcazar


Antonio Ferrera y Emilio de Justo salen a hombros en Alcázar de San Juan

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   Redaccion


Plaza de toros de Alcázar de San Juan (Ciudad Real). Corrida de toros. Casi tres cuartos de entrada.

Se lidiaron seis toros de Daniel Ruiz, bien presentados. Encastado el primero. Blando y bravo el segundo, que terminó embistiendo con gran clase y sin caerse. Tercero rebrincado y deslucido. Cuarto bravo, premiado con la vuelta al ruedo, de nombre “Emperador”, número 84. Bravo y con clase aunque medido de fuerza el quinto. Manso encastado el sexto.

Antonio Ferrera: ovación tras aviso y dos orejas.

Emilio de Justo : dos orejas y oreja con petición de la segunda tras aviso.

Roca Rey: silencio y oreja tras aviso.

Paco Algaba saludó tras banderillear al tercero, y Morenito de Arles y Pérez Valcarce en el quinto.

Ferrera y De Justo salieron a hombros.


En Castilla la Mancha el aforo permitido es, actualmente, del 75 por ciento, y en Alcázar de San Juan se rozó el aforo permitido. Había, por tanto, un gran ambiente en los tendidos que no fue defraudado por lo que pasó en el ruedo, que fue bastante.


Antonio Ferrera se enfrentó a un primer toro encastado pero de entrega intermitente. Unas veces iba tras la tela rebrincado y punteando, y otras haciendo el avión hasta el final, como ocurrió en la única tanda al natural que intentó el torero extremeño, que dio muchos tiempos muertos, se entretuvo con los aceros, y llegó a escuchar un aviso.

Pero se desquitó con el gran cuarto, un toro que fue tras la muleta con codicia por abajo, yéndose hasta el final cuando así se lo exigió la muleta de Ferrera, y enroscándose a su cintura cuando así lo quiso su matador. La faena fue de menos a más, con Ferrera escenificando sus cosas, y dejando una gran estocada arriba al primer intento sin hacer caso de la petición de indulto que se desató.


El segundo blandeó en los dos primeros tercios. Tanto que estuvo a punto de ser devuelto. Sin embargo se mantuvo, y como le tocó a un gran torero (Emilio de Justo) en gran momento, y el toro sacó fondo de bravo y de clase (aunque a media altura en primera instancia) se vivió una gran faena. Primero afianzando al toro sin renunciar al lucimiento, y más tarde apretándole por abajo y enroscándoselo. Y todo ello con una firmeza y torería tremenda. La faena fue a más, lo mató a la primera por arriba y, lo que son las cosas, los tendidos terminaron aplaudiendo al toro en el arrastre, al que faltaban las dos orejas. Lo que hace la confianza y el momento de un torero.

Algo menos centrado anduvo De Justo en el inicio de faena al quinto, al que recibió de capote con elegancia por delantales. El de Daniel Ruiz clavó los pitones y acusó algún tirón del torero de Torrejoncillo hasta que éste se centró, y toro y torero se conjuntaron hasta construir un trasteo ceñido aunando templado mando y estética de plantas hundidas en la arena. El presidente se agarró a la colocación desprendida del estoque – o eso suponemos- para no conceder la segunda oreja.

El tercero embistió rebrincado y pensándoselo mucho, a pesar de lo cual Roca Rey se lo pasó por la faja sin obtener lucimiento. Pero también hubo toro de triunfo para Roca, aunque en un principio quisiera irse a tablas. Sin embargo el de Daniel Ruiz, encastado – que no bravo- fue tras la muleta del peruano a pesar del poderío de sus derechazos, más conjuntado que su toreo al natural. Desafortunadamente pinchó cuando los tendidos estaban en su punto para pedirle el doble trofeo, que finalmente quedó en uno.

Al final la gente vio torear, pero seguramente no al que esperaban.


Crónica: Agencia EFE

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