El compromiso de Ponce pasea dos orejas y el gran momento de Lorenzo una con una Misericordia contra el palco

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TEXTO: JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO / FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ


Enrique Ponce, Cayetano y Álvaro Lorenzo trenzaban, en la tarde de este 10 de octubre, el paseíllo en la plaza de toros de La Misericordia zaragozana dentro de la sexta de abono de la Feria del Pilar. Se lidiaban seis toros de Juan Pedro Domecq. El valenciano paseó dos orejas y el toledano una que debieron ser más de no ser por la negativa del palco. Variada corrida de Juan Pedro en una tarde de altibajos de Cayetano. Casi lleno en los tendidos.


“Siembrasueños”, de Juan Pedro Domecq, fue el toro que abrió la corrida. Le fue cogiendo Ponce el ritmo al animal poco a poco hasta conseguir tandas de trazo plenamente estético por la mano derecha, el pitón más potable del animal. Mantuvo la movilidad el de Juan Pedro, que también tuvo fijeza y durabilidad aprovechada por el torero de Chiva, que lo llevó cosidito a su muleta en todo momento. Fue a la hora de entrar a matar al ejemplar cuando el diestro valenciano fue volteado en un momento de apuro, lanzándolo el animal varios metros por el albero tras resbalarse el matador. Visiblemente dolorido, el torero cogió de nuevo la espada para matar a la segunda al animal. Oreja.


A pies juntos comenzó su faena Cayetano al segundo de la corrida, un animal que fue noble, tuvo fijeza y no tuvo maldad en ninguno de los comportamientos que llevó a cabo, aunque sí es cierto que tenía menos transmisión que su hermano anterior. Cayetano no terminó de cruzar la línea con el astado, siendo silenciado tras estoquearlo.


Fue protestado el tercero de la corrida por su presencia y por su falta de fuerza en los primeros tercios. Álvaro Lorenzo intentó poner orden y cuidó al animal en el caballo, a pesar de que éste se mostraba muy a la defensiva y con una desagradable y descompuesta embestida. Se le coló en varias ocasiones el animal, incierto en su viaje, en los primeros compases del trasteo, pero puso fe el toledano para meterlo en su canasto. Fue convenciendo al toro y al tendido de la entrega con la que había venido a La Misericordia, y por ambas manos culminó una labor en la que el temple, la paciencia, la forma de estructurar, la forma de matar… fueron realmente un compendio enorme. Mató de estocada tras las luquecinas y cortó una oreja con fortísima petición de la segunda, no concedida.


Otro buen toro de Juan Pedro fue el cuarto, un toro con el que Enrique Ponce selló una faena a sones de “La Concha Flamenca” en la que se fusionaron ambos. Momentos muy templados del valenciano especialmente por la mano derecha, donde dejó instantes de trazo relajado, de embroque mágico y de trazo de mano baja ante un toro que le respondió con movilidad, durabilidad, entrega noble y humillación. Gran animal. Con circulares y afarolados terminó su obra, matando recibiendo y paseando una oreja por la no concesión del palco de la segunda.


Cayetano no completó su tarde en el quinto, un toro que se le paró muy pronto y al que le faltó fuelle. Además, pasaba sin más cuando viajaba tras el cite de Rivera, siendo el más soso de cuantos compusieron el festejo. De estocada baja pero efectiva finiquitó al animal. Fue ovacionado.


Comprometido estuvo con el sexto Lorenzo, un animal al que poco a poco fue haciendo el toreo a pesar de que se le iba apagando la vida. Especialmente en los finales de serie dejó su gusto impregnado en buen toreo, de mano baja. No terminó de cuajar la obra por la vida a menos de su oponente. Mató de estocada casi entera efectiva y fue ovacionado.


FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de La Misericordia, Zaragoza. Sexta de la Feria del Pilar. Corrida de toros. Casi lleno.

Toros de Juan Pedro Domecq.

Enrique Ponce, oreja y oreja.

Cayetano, silencio y ovación.

Álvaro Lorenzo, oreja y ovación tras aviso. 


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